El domingo, cuando los Globos de Oro anunciaron sus flamantes ganadoras en las categorías de televisión, Twitter se incendió. Girls y Homeland, que, guste o no, han sido dos de las series de las que más se ha hablado este año con su primera y segunda temporada, respectivamente, fueron las afortunadas, y las quejas me parecen incomprensibles, sobre todo si tenemos en cuenta que, además de que los premios estaban cantadísimos y no ha habido sorpresas, los votantes de los Globos de Oro no ven la televisión. Se comenta incluso que en el momento de cerrarse las votaciones de los miembros, Django Unchained no había hecho ningún pase y aun así la película de Tarantino rascó cinco nominaciones. Si esto ocurre en cine, ¿qué no pasará con las series, a las que dan mucha menos importancia? El hecho de que Connie Briton, Hayden Panettiere y The Newsroom estuvieran nominadas (las dos primeras porque su serie fue el estreno de otoño mejor recibido por los críticos y la segunda por el nombre de su creador) ya daba pistas de por dónde iban los tiros, algo que se confirmó con el premio a Don Cheadle. No le veo sentido a enfurecerse por unos premios que han demostrado en contadas ocasiones tener nula credibilidad y cuyo único objetivo es reunir al mayor número de famosos de cine y televisión posible para ponerlos a beber juntos y que veinte millones los vean desde sus casas. Un poco de filosofía no vendría mal.
Dicho esto, Homeland me ha seguido pareciendo una gran serie en su segunda temporada, y aprovecho para comentarla un poco. Ya dije cuando arrancó la temporada que admiraba la manera en la que se estaban desarrollando las cosas, sin dar pie al aburrimiento y con un montón de giros que en ningún momento se volvían demasiado inverosímiles (si obviamos el hecho de que Carrie está loquísima, desobedece por norma cualquier orden que se le da y aun así la siguen dejando trabajar en la CIA). Esta segunda temporada ha explotado aún más a Saul –Mandy Patinkin ha estado genial, y el personaje se ha convertido en alguien muy entrañable a la par que enigmático– y a la familia de Brody. A Dana, la mejor adolescente televisiva del momento (a pesar de que media humanidad la odia), le ha tocado sufrir más de lo que me gustaría, pero Morgan Saylor ha estado a la altura, descubriéndose como una actriz muy solvente. También Morena Baccarin tuvo un par de escenas que le permitieron lucirse, y por supuesto Claire Danes y Damian Lewis siguen arrolladores en sus papeles. Me sorprende mucho, de hecho, que el Emmy de Lewis haya sido de lo más criticado de la noche, cuando me parece que no solo hace un trabajo magnífico, sino que además esta temporada le ha supuesto un reto interpretativo mayor que la primera. Sí, hemos tenido que suspender la incredulidad un par de veces, pero Homeland ha sido una de las series más emocionantes de este otoño, y puestos a criticar su victoria, yo prefiero criticar las ausencias (Mad Men y The Good Wife en beneficio de The Newsroom y Downton Abbey).
Y Girls no ha levantado menos polémica. Justo el domingo volvió con una segunda temporada que HBO adelantó visto el buzz generado. Lena Dunham es la mujer de moda entre un sector muy reducido de la población, algo que le ha bastado para copar portadas y escribir libros. Que haya gente odie su serie es más comprensible, porque la mayoría de sus personajes son insoportables sobre el papel y la clave para conectar con ella es ver en uno mismo muchos de los “defectos” de los personajes. Quien no haya sido tan egoísta como Marnie que tire la primera piedra. La serie ha vuelto como se fue, con Zosia Mamet robando escenas, Allison Williams iluminando la pantalla y Hannah haciendo gala de sus manías más irritantes. Y quien asegura que no es una comedia porque no provoca carcajadas creo que todavía no ha captado el tono de la serie, que ridiculiza a sus protagonistas el 90% del tiempo. Mentiría si digo, de todas formas, que el regreso me ha parecido algo del otro mundo: “It's about time” es más bien un episodio de transición que flaquea bastante al estar la vida de los personajes tan estancada. Supongo que tardaremos un tiempo en adaptarnos a los nuevos arcos argumentales (lástima que las temporadas sean tan cortas), pero no dudo que episodios mucho más épicos y momentos cargados de vergüenza ajena están a la vuelta de la esquina.
Por
mi parte, poco que reprochar a los Globos televisivos este año
(aunque les odie por seguir aumentando el ego de Benn
Affleck en las categorías de cine).
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