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martes, 17 de diciembre de 2013

Mis 15 del año

Las listas de lo mejor del año son demasiado divertidas de hacer como para no caer en la tentación. Tal vez no tengan mucho sentido, pero sirven para hacer balance y de paso para desempolvar un poco el blog, que últimamente publico una vez cada dos meses. Por supuesto, sobra decir que esta es una lista completamente subjetiva y que probablemente dentro de dos semanas las posiciones serían completamente distintas. Fuera se han tenido que quedar veteranas como Homeland, Downton Abbey, Awkward o Parenthood (que me han seguido gustando pese a no tener su mejor año) y novedades tan divertidas como Brooklyn Nine-Nine, Trophy Wife y Sleepy Hollow, básicamente porque no era plan de hacer un Top 25. Dicho esto, aquí están las series que mejor me lo han hecho pasar en 2013.



Ha sido un año de cambios para Leslie Knope, y no todos positivos. El buen humor constante de la protagonista de Parks and Recreation se ha puesto a prueba y Leslie ha salido adelante, como esperábamos de ella. A lo mejor no saca siempre carcajadas, pero la evolución de los personajes de esta comedia no tiene que envidiar nada a la de un drama, y en una temporada que tristemente puede ser la última, ver los cambios de sus vidas está resultando especialmente emocionante, sin que deje de haber momentazos cómicos, por supuesto.


Después de la primera temporada de esta serie de antologías, parecía imposible que Charlie Brooker nos sorprendiera más aún, pero las nuevas historias que nos ha contado en Black Mirror han vuelto a ser espeluznantes y emocionantes a partes iguales. Puede que el tercero cojeara un poco en comparación a lo demoledores que son los otros dos, pero el ingenio y el talento que hay detrás de esta serie es innegable, porque todo lo que se ve en ella es muy verosímil. La culpa no es de la tecnología, es de las posibilidades que nos da.

13. Breaking Bad

Aunque las andanzas de Walter White nunca me han fascinado tanto como a la mayoría, sí que Breaking Bad me parece una muy buena serie y sería de necios no reconocer que la última temporada, en la que la olla a presión ha estallado, no está entre lo mejor del año. Todos los episodios han tenido momentos que se quedarán grabados en nuestra retina para siempre; el viaje de los secundarios, especialmente el de Skyler y el de Jesse, ha sido muy coherente; y por primera vez hemos tenido la posibilidad de conectar con ciertos personajes, como Marie o Walter Jr., que siempre estaban de fondo pero parecían más instrumentos que otra cosa.

12. Mad Men

No habrá sido la mejor temporada de los publicistas de Sterling Cooper Draper Pryce, pero Mad Men sigue estando muy por encima de la media y esta temporada ha sido muy complaciente con el espectador. Por fin hemos visto a Peggy en su salsa, le han dado mucho tiempo en pantalla a Pete (para que el pobre siga sufriendo una desgracia tras otra) y la deriva de Megan Draper ha servido para redimir bastante a Betty (un personaje injustamente vilipendiado). Roger Sterling ha tenido un par de episodios dedicados a él en los que ha podido ser más que el alivio cómico que suele, Sally ha salido a empujones al mundo adulto y Joan ha brillado lo poco que los guiones le han dejado. Aunque a ratos no soporte a Don, las vidas del resto me siguen fascinado.


Muchas veces se habla de Tatiana Maslany como lo único que eleva Orphan Black gracias a sus múltiples registros que hacen que los clones parezcan interpretados por distintas actrices, pero se pasa por alto que es buena ciencia ficción. No solo se suceden los giros y los acontecimientos a tal velocidad que resulta imposible desengancharse, sino que tiene cabida la reflexión ética propia de estas historias y han sabido perfilar muy bien a los cuatro clones, con matices más allá del estereotipo que parecían ser al principio. Alison Hendrix es uno de los personajes del año.


No comparto en absoluto el backlash que ha sufrido New Girl este año. Después de una segunda temporada en la que la comedia se soltó del todo y en la que manejaron y resolvieron muy bien la tensión sexual no resuelta, el comienzo de la tercera fue un poco titubeante. Pero en las últimas semanas parece que por fin las aguas van volviendo a su cauce. Y aunque Schmidt esté un poco más insoportable que de costumbre, lo que hace no deja de ser muy propio del personaje. Eso sí, el entrenador sobra bastante de momento y a la larga puede ser un problema.

9. Masters of Sex

Una serie sobre la investigación de la sexualidad humana en Showtime podría haber sido lo más horrible que la televisión ha visto en años. Y sorprendentemente, el tratamiento del tema es muy elegante y lo más importante en la narración son las vidas de los personajes. Y ninguno de ellos sobra, porque Virginia y Masters son grandes personajes, pero también lo son Libby, Ethan y Margaret. De todas formas, quizá lo más sorprendente de Masters of Sex es lo entretenida que es: nunca episodios de una hora se hicieron tan cortos.


Sundance se presentó en sociedad con Top of the Lake, pero es Rectify su primera serie planteada a largo plazo, y no podía ser más prometedora. He dudado a la hora de colocarla tan alto porque con seis episodios puede ser pronto para juzgar, pero Rectify ha mostrado muchas facetas en tan poco tiempo. Su tempo lento no la convierte en aburrida gracias a unos personajes que te interesan tanto que podrías verlos jugar a las cartas sin mirar el reloj, y que convierten en familiar una situación que no nos puede resultar más ajena a la mayoría. Su fotografía y su banda sonora fácilmente entra entre lo mejor del año y su tono contemplativo no nos ha privado de algún cliffhanger que nos ha dejado con el culo torcido.


Linden y Holder han vuelto más centrados que nunca, libres ya del “lastre” de los Larsen. El caso de esta temporada ha estado mucho mejor llevado que el que abarcó las dos primeras. La relación entre ellos –que siempre ha sido lo más interesante– ha cobrado protagonismo, y además esta temporada tiene el que para mí es el mejor episodio dramático del año: “From Up Here” (3.11), con uno de los finales más desgarradores y crueles que he visto. Y no hay que olvidar que nos han presentado dos grandes personajes como son Bullet y Ray Seward, magníficamente interpretados por Peter Sarsgaard y Bex Taylor-Klaus. Menos mal que ha resucitado por segunda vez para tener un cierre digno.


Pocas mentes tan originales como Byan Fuller trabajan en televisión. Con un mismo tema central, la muerte, ha desarrollado a lo largo de su carrera varias series que poco tienen que ver entre sí en forma y estilo (y todas, sin excepción, han sido prematuramente canceladas). Hannibal es opresiva, perturbadora y juega con el espectador tanto como Hannibal Lecter juega con el resto de personajes. Tiene una dirección impecable que logra meternos en la cabeza de Will Graham, un delicioso humor negro y dos protagonistas que dan la talla. En sus trece episodios tenía muy claro lo que quería contar y la segunda temporada promete aún más.

5. Gravity Falls



La primera temporada de la nueva serie de Disney Channel empezó siendo “simplemente” muy simpática y muy divertida, con los one liners de Mabel como punto álgido de los episodios, pero conforme avanzaba, Gravity Falls ha ido construyendo una mitología muy rica y ha desarrollado una trama serializada tan bien llevada que sería la envidia de muchos dramas de ciencia ficción. Es impresionante lo cuidada que está su continuidad, que culimna en un cliffhanger al final que no puede dejarnos más ansiosos. Pero lo primordial es, como he dicho, lo divertidísima que es. Dadle una oportunidad, que no por ser una serie infantil tiene un humor estúpido.


Los chicos del McLarens se despiden después de nueve años acompañándonos, y lo hacen, como siempre, buscando ser lo más originales posible. Es cierto que la trama central de la temporada no me gusta demasiado, pero están jugando muy bien con las apariciones de la madre, con los flashbacks y con el orden narrativo para exprimir al máximo ese fin de semana sin que se haga cansino. Puede que la nostalgia influya en la posición en que está, pero despedirse de los cinco da mucha pena y es una de esas series que tengo que ver sí o sí el día después de que se emita. Y, por cierto, Lily se está saliendo este año.


Cinco temporadas y tan buena como el primer día. ¿Qué se puede decir de The Good Wife que no se haya dicho ya a estas alturas? Que aparte de ser brillante en todos los aspectos, es muy valiente poniéndolo todo patas arriba como lo ha hecho este año. El capítulo 100 y “Hitting the Fan” han sido tremendos, sí, pero es que el resto tampoco han tenido desperdicio. Y encima se las arreglan para seguir teniendo casos apasionantes semana tras semana (y para hacernos reír con su cinismo). ¿Qué más queremos? Otros 100 episodios.

2. Enlightened

Amy Jellicoe es un personaje que de primeras cae muy mal. Es verdad que ella trata de ser lo mejor persona posible, pero su torpeza social y el hecho de que sus motivaciones sean en parte fruto del egoísmo nos lo pone difícil. Sin embargo, Enlightened rápidamente va poniéndote de su lado (basta con conocer un poco su pasado) y en la segunda temporada tiene el acierto de darle un objetivo que casi cualquier espectador compartiría, convirtiéndola en una heroína cotidiana. Además, cada episodio en el que la serie salía de su mente era una joya que funcionaba por sí sola. Por desgracia, la veían cuatro gatos y para el recuerdo nos quedan dos breves y excelentes temporadas.


Phillip y Elizabeth se llevan un oro muy reñido. The Americans ha sido, para mí, la serie del año, porque hace un trabajo ejemplar en tres sentidos: retratando la incertidumbre social en un bando y otro durante la Guerra Fría, siendo emocionante cuando tenía que serlo y construyendo una relación muy compleja entre los dos protagonistas. Phillip y Elizabeth tienen demasiado a sus espaldas como para poder ser felices de la noche a la mañana. Keri Russell, Matthew Rhys y Noah Emmerich, cuyo personaje no se queda atrás en interés, se merecen todos los premios habidos y por haber, y ese equilibrio entre el thriller de espíonaje y el drama familiar pocas series lo manejan con tanto pulso.

viernes, 17 de mayo de 2013

Zooey se abre paso

Atrás quedan los días en los que ver a Zooey Deschanel en su salsa era el único motivo para ver New Girl. La actriz, que en esta sitcom ostenta(ba) el protagonismo absoluto e interpreta un personaje hecho a su medida que le permite brillar más que nunca, eclipsaba al resto de sus compañeros de reparto, que daban vida a unos no-personajes que equilibraban la balanza haciendo contrapeso a su extravagante y simpática personalidad. Sin embargo, como ya se empezaba a notar a finales de la temporada pasada, Max Greenfield y sobre todo Jake Johnson le han cogido el punto a sus personajes casi al mismo tiempo que los guionistas han sabido qué hacer con ellos. El resultado es una comedia al alza que en estos veinticinco episodios ha superado su temporada de presentación, y los motivos, en mi opinión, son los siguientes:

1) Han perfeccionado a Winston: Nunca sabremos si lo insustancial que era el personaje de Winston en la primera temporada se debía al cambio de actor o el entrenador habría sido igualmente soso. De cualquier modo, Lamorne Morris cargaba con un personaje sin sustancia cuyo nombre a duras penas se podía recordar. ¿Cómo mejorar un personaje del que el público pasaba? Haciendo que sus compañeros de piso lo ignoren también. El papel que juega en “Winston's Birthday”, un episodio en el que debería ser el centro de atención, deja muy claro hasta qué punto es un pobre marginado. Esto ha hecho que en el final de temporada sean suyas las mejores escenas (con perdón de Taylor Swift y su breve pero hilarante cameo). Y es que da igual que Winston muestre graves síntomas de inestabilidad mental o que se le ocurra una idea brillante: nunca nadie le va a hacer caso.

2) El grupo es más verosímil: En esta segunda entrega, los compañeros de piso que protagonizan New Girl se han convertido en un grupo mucho más orgánico. Todas las combinaciones de personajes funcionan (otra cosa es que las exploten de la misma manera), y la dinámica del grupo y ciertas escenas corales ayudan a creerse que esas cuatro personas llevan ya un tiempo viviendo juntas. Ejemplos de ello son la pelea por el cargador común, la foto del final de temporada o la competición por la plaza de parking en uno de los episodios más divertidos de la segunda temporada. El año pasado algunas de estas escenas podían resultar forzadas, pero la cosa ha mejorado mucho desde entonces.

3) Metarreferencias más elaboradas: Lo intentaron con el bote de propinas al que cada uno debía echar dinero tras decir una burrada, pero no cuajó. Sin embargo, detalles como el True American, al que vuelven a jugar en “Cooler” con unas reglas incluso más disparatadas, o el anciano asiático del parque al que Nick va a contarle de vez en cuando sus problemas sí que hacen ilusión al espectador cuando vuelven a aparecer. Que ciertos elementos hagan acto de presencia de vez en cuando le da empaque a la serie.

4) Nick y Jess*: Zooey Deschanel y Jake Johnson han tenido una química muy palpable desde mediados de la primera temporada. Aunque en los primeros episodios parecía que nos meterían su relación por las orejas, pronto dejaron de forzarlo y fue entonces cuando, gracias al trabajo de los actores, empezó a notarse la tensión. Personalmente creo que como comedia romántica New Girl lo hace muy bien logrando que un tira y afloja de manual como es este no nos suene a viejo. Es más, consigue implicarnos. Nick y Jess han sacado mi lado más shipper (no siendo yo muy de shippear) y “Quick Hardening Caulk”, en el que vemos a Jess salida perdida, es impagable.
*Por mucho que me gusten Nick y Jess, tampoco voy a mentir y a no reconocer que uno de los fallos de la temporada (aparte de esa trama absurda del matrimonio concertado de Cece) ha sido alargar demasiado el tira y afloja entre estos dos en la recta final. En “First Date”, un capítulo que salva Winston por los pelos, la cosa empezó a dar síntomas de agotamiento. Está claro que si sólo tienes cuatro personajes no puedes agruparlos siempre de la misma manera (Nick/Jess por un lado y Winston/Schmidt por otro). Por suerte el final de temporada promete un poco de relax en lo referente a estos dos.
5) El factor antidepresivo: No definiría New Girl como un 'lugar feliz'. No al menos al nivel que lo son Parks and Recreation o Cougar Town, porque les haría falta un reparto más coral y unas rutinas mejor establecidas. Sin embargo, sí hay algo que consigue es dejar muy buen rollo en todos los episodios. No todos provocan carcajadas pero el humor casi siempre funciona, sobre todo el físico, y no hay bajones de calidad preocupantes. Esa estabilidad es la que la ha convertido poco a poco en una comedia muy a tener en cuenta, pues no todas las series aguantan una temporada de 25 episodios y los de New Girl no se han hecho para nada largos.

miércoles, 6 de junio de 2012

Meme: Despidiendo la temporada 2011/12


Ahora que ya veo la televisión a ritmo USA, puedo hacer una de las cosas que más envidia me daba años atrás de los blogs seriéfilos: ¡memes! Como este año Adri no se ha animado a lanzar uno para despedir la temporada, LiPooh ha tenido a bien reciclar el que propuso el año pasado, y otros blogueros hemos decidido seguirle, así que ahí va mi repaso a lo que ha dado de sí la temporada 2011/12.

La novata que nunca debió existir: Smash. No ya porque la serie sea mala, sino porque todas las discusiones en torno a ella han sido tan insoportables que la NBC nos habría hecho un favor si hubiera apostado por cualquier otra serie para que fuera su gran éxito de la temporada.

La que ha perdido fuelle: The Big Bang Theory empezó la temporada muy centrada y bastante más divertida que otros años, pero con el paso de los episodios la pereza que me daba ponerme a ver el capítulo semanal iba en aumento y aún tengo los cinco o seis últimos episodios pendientes. Este verano me los quitaré de encima.

La que sigues con más pasión: La temporada ha tenido altibajos y no ha brillado tanto como las anteriores, pero Fringe sigue planteando temas muy interesantes. Además, han sabido enderezar bastante las cosas en su recta final y solucionar los pocos fallos que yo le vi. Ahora que los personajes vuelven en parte a ser quienes eran, sigue siendo mi favorita, y sufro pensando que en diciembre se nos acaba.

La gran decepción: Bones, casi como The Big Bang Theory, empezó fuerte este año con un par de episodios potentes. La nueva “dinámica” de los protagonistas apuntaba maneras, pero al final ha acabado teniendo muchísimos episodios aburridos, con alguno más inspirado a mitad de la temporada. Pero todo bastante olvidable.

La que te ha sorprendido gratamente: 2 Broke Girls. Será una comedia chorra y simple como el mecanismo de un botijo, pero me río a carcajadas con ella. Y mira que los guiones son siempre iguales (dobles sentidos sexuales, humor escatológico...), pero la química entre las dos protagonistas es genial, y los secundarios han ido mejorando bastante.

La que te llamaba mucho pero no seguiste con ella: Vi los primeros siete episodios de Homeland y me parecieron magníficos. Sobre todo el séptimo, el último que vi, que no dejaba muy claro por dónde iba a ir la serie a partir de ese momento. Por eso no entiendo cómo no he terminado de verla todavía para poder unirme a aquellos que dicen que es el mejor estreno del año. Los cinco últimos capítulos son una de mis prioridades veraniegas. Y Alcatraz no sería lo que se esperaba de ella, pero era un procedimental entretenido con un tono muy interesante, y también la dejé a cinco episodios del final.

La cansina: Glee ha sido bastante insoportable este año. Como siempre, vamos, pero en peor. Mención especial a momentos vergonzantes como el milagro de Quinn o el episodio en el que decidieron cantar en español y eligieron grandes éxitos de nuestra cultura como La cucaracha y Bamboleo. Pero bueno, además de irritante, también sirve para echarse una risas con sus WTF? No me voy a quejar mucho cuando la sigo viendo (y una pequeña parte de mí la disfruta).

La miniserie: The Fades tiene un final abierto muy dañino, pero en realidad cierra casi todas las tramas que plantea en sus seis únicos episodios. Me duele menos engañarme a mi mismo tomándomela como una miniserie que como una primera temporada con mucho potencial. Mención aparte a otra joya británica, la perturbante Black Mirror.

La que no pensabas que te gustaría: American Horror Story. Ryan Murphy no es una referencia muy fiable (véase Glee), pero su perturbada cabeza puede producir grandeza pura en géneros como el terror. Mucha demencia que acaba convirtiéndose en un drama consistente (quién lo diría), cientos de homenajes al cine de terror (y a Bitelchús) y Evan Peters y Taissa Farmiga, a los que espero ver en muchos papeles a partir de ahora, en un reparto capitaneado por Jessica Lange, que brilla con luz propia.

La nueva serie que recomiendas: Once Upon a Time puede ser ñoña e infantil a ratos, lo admito, pero las vueltas de tuerca a los cuentos infantiles me han tenido enganchado todo el año, y la recta final de infarto que ha tenido ha sido de lo mejor de la temporada, en mi opinión. Aunque claro, para alabarla como es debido hay que olvidarse de la protagonista, una madre coraje de mentira obsesionada con muchas ideas preconcebidas.

La que sigue en buena forma: The Good Wife sigue siendo uno de los dramas más consistentes, elegantes, bien escritos e interpretados de la televisión. A lo mejor este año no ha sido tan trepidante como el pasado, pero la genialidad, el subtexto y las ganas de aplaudir han seguido estando ahí en cada escena. Emmy para la serie (a mejor drama y mejor comedia) y Emmy para Christine Baransky.

Una nueva con buena pinta: Este verano, The Newsroom, la nueva de Aaron Sorkin, es una cita ineludible. Y ya en otoño habrá que estar atentos a Last Resort, uno de los estrenos que mejor pinta tienen. En trailer anticipa una intriga muy bien conseguida. Y mi lado mamarracho está deseando reencontrarse con Terry O'Quinn y Vanessa Williams en esa especie de American Horror Story de saldo que parece que va a ser 666 Park Avenue.

La cancelación que has maldecido: The Fades. Me repito, pero es que era muy grande.

Ese cliffhanger malo para tu manicura: La recta final mediocre que ha tenido Revenge se nos ha olvidado a todos con ese pedazo de final de temporada. Han dejado 93501857 frentes abiertos.

Un momento para llorar: El Wonderful! Wonderful! con el que nos despedimos de Karen McCluskey en Mujeres Desesperadas. Y que Kathryn Joosten haya fallecido dos semanas después contribuye a que el momento sea incluso más mítico. DEP.

Un momento para reír: La season finale de Cougar Town ha estado sembrada. El momento “I've tried the wine before and... not a big fan” creo que no se me va a olvidar nunca. Y saber qué se hace en caso de empate en las elecciones de Pawnee confirma que a Parks & Recreation no hay comedia que le tosa, salvo Modern Family a veces (“Algún día, tus fans trabajarán para mis fans”).

Una escena memorable: La ducha de Girls. Aunque bueno, en el mismo episodio Marnie y Jessa protagonizan otro momentazo.

El rey de la serie: Aunque Schmidt haya sido para muchos el personaje revelación de la temporada, para mí, Nick Miller es, con perdón de Zooey Deschanel, el rey de New Girl.

#yoconfieso: que vi los dos últimos episodios de House saltándome unos cuantos de los anteriores porque la octava temporada se me estaba haciendo muy cuesta arriba. Pero a mí me gustó mucho el final de la serie, bastante más que al resto de la blogosfera, por lo que he leído.

Tú sobras: Tom de Parks & Recreation y Declan de Revenge deben morir. Entre terribles sufrimientos.

La nueva serie que no veré ni loco: Nunca digas nunca, pero muy bien se tiene que hablar de 1600 Penn y de Malibu Country para que me anime a verlas.

And I will always love you: Olivia Dunham, FBI. Espero que Anna Torv aparezca en todos los episodios de la última temporada, señores de Fringe. Y sí, es una amenaza.

jueves, 10 de mayo de 2012

Los cambios de Nick y Schmidt

Que Zooey Deschanel nos enamoró a todos en (500) días juntos es un hecho. Su Summer, uno de los personajes más crueles que las comedias románticas en particular y el cine en general han conocido, no sólo le rompió el corazón a Joseph Gordon-Levitt, sino que se hizo un hueco en nuestra cabeza del que ya no ha salido. Aún así, como Deschanel tampoco es una gran estrella del cine, el éxito de New Girl sorprendió un poco en septiembre, pues casi podríamos decir que la sitcom protagonizada por la cantante de She & Him es uno de los pocos estrenos, junto a Once Upon a Time, que ha tenido verdadero éxito.

Y los comienzos titubearon. Fui de los muchos que no dejamos de verla por Zooey, porque los personajes no acababan de tener gracia y ni siquiera estaban bien dibujados. Lo que les pasara a los compañeros de piso de Jess nos importaba más bien poco. Pero en algún momento, sin que apenas nos diésemos cuenta, los engranajes empezaron a girar y alguien se dio cuenta de que no podían basarse sólo en el humor físico (que se les da francamente bien) y en gente gritando. De pronto, los personajes de New Girl comenzaron a tener alma.

Schmidt fue el primero en despegar. Su personaje, por básico que fuera, al menos tenía cierta personalidad, y rápidamente lo convirtieron en algo así como un híbrido entre Barney Stinson y Monica Geller. Su tira y afloja con Cece, además, dejó de ser tan random y empezó a tener algo más de base. Ambos personajes mejoraban cuando compartían escenas y los guionistas no tardaron en darse cuenta de que las tramas de Schmidt debían ir por ese camino. Winston, por su lado, aún sigue dando tumbos sin saber exactamente cuál es su papel. Le reservan algunas de las mejores frases del guión y su función es básicamente la de alivio cómico, pero sigue sin conectar demasiado con la audiencia.

Nick Miller, en cambio, es otra cosa. Que le dotaran de más inseguridades y que tuviese líneas de diálogo que nos mostraban su trasfondo sin ser demasiado obvias hizo que conectáramos con él fácilmente. Pero, además de inseguro y pesimista, Nick es torpe e infantil, y tiene más capas que ningún otro personaje de la serie (que tampoco es decir mucho, no nos engañemos). Me gustaría añadir también que la capacidad de Jake M. Johnson para poner caras de tortuga -a cada cual más rara- bien le podrían valer una nominación al Emmy. Es, desde luego, el secundario más creíble y consistente de la sitcom.

Por todo esto, y porque Jess era genial desde el principio, New Girl ha acabado funcionando muy bien. Últimamente los guionistas parece que están muchísimo más inspirados y los diálogos por fin hacen gracia. Puede que no llegue al nivel de Modern Family, Parks & Recreation o Cougar Town, pero si en su segundo año sigue el camino trazado, no debería sorprendernos que se haga un nombre dentro de un campo tan reñido como es el de la comedia televisiva actual. Si bien no es perfecta, a mí me gusta y me ha parecido uno de los mejores estrenos de la temporada. Nick y Jess tienen madera de Ross y Rachel, y los echaré a todos de menos este verano.