Mostrando entradas con la etiqueta Fringe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fringe. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de enero de 2013

Mereció la pena


La quinta temporada de Fringe daba el pistoletazo de salida con un nuevo punto de inflexión (el último) que ha marcado todos y cada uno de los episodios de la misma. No había cabida en esta especie de epílogo final para la serie que ha sido durante sus primeros cuatro años: no ha habido “eventos Fringe” que vertebren los capítulos ni personajes episódicos que nos impliquen o funcionen como otra cosa que relleno de minutos. El nuevo contexto, la invasión de los observadores, ha sido en cierto modo estimulante, pero lo cierto es que no ha permitido que la serie se desenvuelva con la naturalidad de antaño. Teniendo en cuenta que esta renovación llegó in extremis y que el final de la cuarta temporada podía haber funcionado como final de serie, ¿han merecido la pena estos últimos trece episodios? En vista del final, por supuesto que sí.

Este año la división ha tenido que enfrentarse a una legión de superhumanos que oprimían el planeta y que eran, sobre el papel, invencibles. Los observadores imponían respeto, y su figura ha servido para crear escenas bastante tensas, sobre todo cuando los protagonistas se cruzaban con alguno de ellos y tenían que evitar que les leyeran la mente. Sin embargo, la carencia de emociones de estos villanos –lógica, por otro lado– les ha restado interés, y solo la lenta “humanización” de su líder, que ha llegado a experimentar verdadero odio por Walter, Olivia y compañía, les ha dado algún matiz.

Los personajes han seguido siendo ellos mismos, y precisamente por eso la última temporada de Fringe todavía ha sido disfrutable: los 21 años que han permanecido ambarizados y lo que ocurrió en sus vidas mientras nosotros no fuimos testigos les ha cambiado, pero el miedo de Walter a convertirse de nuevo en aquel genio frívolo y sin sentimientos que era antes de ingresar en el centro de salud mental en el que nos lo encontramos en el piloto ha sido sin duda uno de los puntos fuertes de la última entrega. En menor medida ha funcionado la relación de Peter y Olivia, perplejos al encontrarse a una hija que casi les iguala la edad y que ha crecido sin ellos. Etta duró muy poco como para poder empatizar con ella y que su muerte nos afectase, pero sí es cierto que una vez que los guionistas la quitaron de en medio las cosas entre ellos se estabilizaron y su pérdida sirvió para implicarnos más.

Otro error de la temporada ha sido sin duda colocar a Peter como centro absoluto de muchos episodios. Es cierto que Olivia y Walter han sido explotados al máximo en temporadas pasadas, pero si el personaje interpretado por Joshua Jackson siempre ha sido una comparsa de estos dos es porque es muchísimo menos interesante (y, reconozcámoslo, el actor es limitadísimo). Aun así, su proceso de transformación en observador fue interesante, aunque finalmente se quedase en nada y lo resolvieran de manera abrupta –se ha notado que los guionistas no tenían mucho tiempo–.

En definitiva, ha sido la quinta una temporada cansada y poco potente, que solo ha funcionado en momentos puntuales (a destacar el viaje dentro de la mente de Walter en forma de sketch animado o las incontables veces que se hacía referencia al pasado), pero que ha desembocado en un final que ha sido prácticamente redondo, y sin duda mucho mejor que el que habríamos tenido si la serie no hubiera renovado. Los dos últimos episodios de la serie han tenido un ritmo trepidante y han sintetizado todo lo que nos gusta de Fringe: Olivia como heroína y motor de la trama, Walter como corazón de la serie y, en definitiva, emociones a raudales. No han faltado los guiños a los fans, que van más allá de esa dedicatoria oculta: el viaje al universo alternativo completamente gratuito pero que estoy seguro que todos disfrutamos (echaba mucho de menos a AltLivia y Lincoln), la carnicería final en la que gasean a los observadores con algunos de los “eventos” más memorables de estos cinco años, los poderes mentales de Olivia más desatados que nunca mientras la ciudad entera se apaga tras ella, la aparición estelar de Gene ambarizada, Walter pronunciando bien el nombre de Astrid, el significativo tulipán blanco con el que cierra la serie y un sinfín de detalles más que hacen que dé igual que la paradoja temporal no esté todo lo bien atada que podría.

Fringe es (era) pura ciencia y mitología, pero siempre al servicio de unos protagonistas muy interesantes que han sido su sello de identidad y la razón por la que la voy a echar tanto de menos, pues se queda guardada en mi memoria como una de las series que más he disfrutado.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Distopía de bolsillo

No exagero al decir que Fringe es una de las series que más me ha marcado, y hasta su tercera temporada no pude ver en ella más que virtudes. Todo en ella me encantaba: los casos, los personajes, la estética y esa trama serializada tan bien desarrollada. Por eso, a pesar de que el año pasado empecé a mosquearme con la serie porque ya no tenía esa sensación de que todo estaba bien atado y los guionistas dejaban de lado la coherencia para desarrollar ciertas tramas, se lo perdoné sin pensarlo. Hay que tener en cuenta que Fringe es una serie de network y que si su trama se ha desarrollado últimamente a trompicones y en arcos muy diferenciados es porque la amenaza de la cancelación planeaba sobre ella continuamente (a partir de aquí habrá spoilers hasta el 5x07).

El problema es que 'Letters of transit' y todo lo que vino después del comentado episodio (es decir, la quinta temporada), se siente como una decisión argumental forzada por las circunstancias, sobre todo porque se cargaron la esencia de los observadores como personajes para crear esta nueva distopía. Y aunque la última temporada me está gustando echo de menos la serie que ha sido hasta ahora, porque con el cambio de escenario también ha perdido parte de su esencia: los personajes y sus conflictos emocionales, que siempre han sido el centro absoluto, siguen ahí, pero los casos ya no, y aunque muchos no estén de acuerdo eran parte fundamental de la serie.

Normalmente, los personajes episódicos que aparecían en Fringe tenían alma y protagonizaban una historia que llegaba a afectarnos e interesarnos (eran casi como pequeñas películas de ciencia ficción). Ahora, la búsqueda de las cintas, que es una chorrada bastante mal planteada, ha dado lugar a nuevos casos en los que no nos importa nada. De hecho, de momento los protagonistas simplemente están recogiendo cosas que no sabemos para qué son.

Lo bueno es que parece que poco a poco están enderezando las cosas. Que Peter se haya convertido en un observador es el primer conflicto personal interesante de la temporada (lo malo es que Joshua Jackson es demasiado limitado como actor para exteriorizar el conflicto interno), y Olivia ya está empezando a sufrirlo. Además, se agradece que no dejen de hacer referencias al pasado (a su primer caso, a los objetos que encontraban en la primera temporada y demás). Personalmente, me ha hecho gracia que las puertas del “universo de bolsillo” del sexto episodio estuvieran señaladas con los glyphs de la serie, aunque reconozco que lo que realmente me ilusionó de ese capítulo fue la perspectiva de volver al universo alternativo.

Además, si algo bueno ha tenido el salto es que han podido centrarse y dejar de lado la patillera mezcla de personalidades que Walter y Olivia tenían en la cuarta temporada y que no quedó bien resuelta (Walter no llegó a reconocer nunca a Peter como su hijo). Pero lo mejor es que todavía hay que ver cómo reacciona Walter ante la noticia de que Peter se ha implantado el chip de los observadores, ya que su hijo es ahora mismo de lo poco que lo mantiene cuerdo. Promete ser uno de los puntos álgidos de esta recta final, y puede que estos dos últimos años la serie no haya sido a mis ojos tan perfecta como lo era al principio, pero desde luego que me va a resultar muy duro decirles adiós a los Bishop, Olivia, e incluso a Nina, Broyles y Astrid, que con el tiempo a ellos también se les coge cariño. Solo quedan seis episodios.

lunes, 10 de septiembre de 2012

El otoño no está tan mal

Llega el otoño, empieza a hacer frío (lo cual es bien), toca volver al trabajo o a las clases (lo cual ya no mola tanto) y el cambio de tiempo puede dejarnos hechos polvo física y psicológicamente. Pero no hay de qué preocuparse, al menos si eres seriéfilo, porque la llegada del otoño significa también el regreso de muchas de las series que nos han dejado todo el verano con síndrome de abstinencia. En mi caso, los regresos que me tienen en ascuas son los siguientes (y sobra decir que hay spoilers de cada serie en su respectivo párrafo).

HOMELAND: La serie que le va a conseguir a Claire Danes un Emmy regresa el 30 de septiembre después de un final de infarto tras el que no nos queda claro cómo se volverán a cruzar las vidas de Carrie y Brody. Lo que está claro es que la serie es de ellos dos y de nadie más. Ellos son el centro y el brutalísimo trailer de la nueva temporada lo deja claro a ritmo del Every Breath You Take de Scala & Kolacny Brothers que tan bien le funcionó a la primera temporada de Downton Abbey. Con esa música, tremendamente apropiada para la situación de los dos protagonistas, que “se vigilan”, nada podía salir mal: el tráiler nos muestra a Brody avanzando en su carrera política y a una Carrie que sigue pasándolo mal debido a su enfermedad. ¿Está Brody del lado de Abu Nazir o es un farol? ¿Recordará Carrie que Brody conocía al hijo de Nazir? No queda nada para descubrirlo.

ONCE UPON A TIME: La revelación de las networks la temporada pasada se despidió con un episodio final que también prometía un cambió en el desarrollo de la historia. Con la llegada de la magia a Storybrook y la ruptura de la maldición, la dinámica y las relaciones entre los habitantes puede cambiar considerablemente. Si además me entero de que el Capitán Garfio, uno de los mejores villanos de la historia de Disney in my opinion, va a llegar al pueblo (y todo apunta a que va a chocar con Mr. Gold), las ganas aumentan más aún.

THE GOOD WIFE: Alicia Florrick no tiene claro qué hacer con su vida, o eso nos dieron a entender en el final de la tercera temporada. De todas formas, la “estabilidad” con la que nos dejó Alicia en mayo contrasta con el cliffhanger que protagonizó Kalinda esperando a su ex marido. Cuesta imaginarse cómo debe ser éste para que Kalinda Sharma le tenga miedo, pero está detrás de la puerta y la amenaza es inminente. Además, el tráiler nos promete que ésta y Cary van a volver a las andadas, y eso significa que es la serie que más ganas tengo de que vuelva. Porque seguirá siendo indiscutiblemente la mejor en mi ranking personal.

FRINGE: La cuarta temporada de Fringe no fue la mejor (de hecho, hasta la primera me gustó más), pero tampoco es para echársela de comer a los cerdos. A pesar de las trampas de los guionistas y el caos con el que desarrollaron algunas cosas, la serie me siguió gustando el año pasado porque no dejó de ser entretenida y de plantear temas humanos muy interesantes a raíz de sus tramas. El problema es que, por la forma en que acabó, con el futuro distópico de los observadores como único cliffhanger, me da la sensación (y creo que no soy el único) de que esta quinta temporada incluso sobra. Eso no significa que no vaya a disfrutar con lo que me den, que lo haré, pero no sé si me convencerá esta trama futurista. Esta no es mi Fringe de siempre, y el hombre es un animal de costumbres.

COMMUNITY: Mientras que creemos que Parks and Recreation, Modern Family y demás comedias volverán esta temporada al mismo buen nivel de siempre, lo de Community sigue siendo un misterio puesto que no sabemos cómo la llevarán los nuevos showrunners. Yo era de los que dudaba, pero visto lo visto (prometen una convención del Inspector Spacetime y un homenaje/parodia a Los Juegos del Hambre), puede que sigamos teniendo la misma comedia friki de los últimos años. Ojalá que así sea.

DOWNTON ABBEY: Los Grantham vuelven con más drama en su nueva temporada. Lo último que vimos de la serie fue el entrañable y edulcorado especial de navidad, que de tan cerrado que era quitaba un poco las ganas de más. Pero para eso están los trailers, para ponernos los dientes largos, y el de Downton promete que el compromiso de Mary y Matthew no va a ser un camino de rosas, que los Grantham van a atravesar problemas económicos (con lo que eso supondrá para la condesa viuda), que Anna y Bates van a seguir separados por las rejas de la cárcel y que los enfrentamientos entre Maggie Smith y Shirley McLaine van a estar a la orden del día. Se avecina drama del intenso.

DEXTER: No he acabado aún de ver la sexta temporada, que me está pareciendo nefasta (se han olvidado de la evolución anterior del personaje, está siendo aburrida y Debra es de lo poco salvable). Pero ya he leído cómo acaba, es decir, con el momento que todos estábamos esperando desde que empezó la serie. Nada más que por eso, la séptima temporada se presenta muy interesante, y hablamos de un punto de partida que los guionistas no pueden ignorar así como así (o no deberían, que ya los conocemos). Además, ¡sale Yvonne Strahovski de Chuck! Pues eso, que ya hay ganas de domingos seriéfilos y Dexter promete volver a ser tan estimulante como hasta hace poco (a mí la quinta temporada sí me gustó).

Por supuesto, también tengo ganas de que vuelvan Parks and Recreation, Modern Family, New Girl, 2 Broke Girls, Revenge, Cómo conocí a vuestra madre (sí, aún me gusta) y seguiré viendo Glee y The Big Bang Theory. Además, Doctor Who ya ha vuelto y empezaré a ver la temporada el próximo domingo por motivos extra-seriéfilos. ¡Que viva el otoño!

miércoles, 6 de junio de 2012

Meme: Despidiendo la temporada 2011/12


Ahora que ya veo la televisión a ritmo USA, puedo hacer una de las cosas que más envidia me daba años atrás de los blogs seriéfilos: ¡memes! Como este año Adri no se ha animado a lanzar uno para despedir la temporada, LiPooh ha tenido a bien reciclar el que propuso el año pasado, y otros blogueros hemos decidido seguirle, así que ahí va mi repaso a lo que ha dado de sí la temporada 2011/12.

La novata que nunca debió existir: Smash. No ya porque la serie sea mala, sino porque todas las discusiones en torno a ella han sido tan insoportables que la NBC nos habría hecho un favor si hubiera apostado por cualquier otra serie para que fuera su gran éxito de la temporada.

La que ha perdido fuelle: The Big Bang Theory empezó la temporada muy centrada y bastante más divertida que otros años, pero con el paso de los episodios la pereza que me daba ponerme a ver el capítulo semanal iba en aumento y aún tengo los cinco o seis últimos episodios pendientes. Este verano me los quitaré de encima.

La que sigues con más pasión: La temporada ha tenido altibajos y no ha brillado tanto como las anteriores, pero Fringe sigue planteando temas muy interesantes. Además, han sabido enderezar bastante las cosas en su recta final y solucionar los pocos fallos que yo le vi. Ahora que los personajes vuelven en parte a ser quienes eran, sigue siendo mi favorita, y sufro pensando que en diciembre se nos acaba.

La gran decepción: Bones, casi como The Big Bang Theory, empezó fuerte este año con un par de episodios potentes. La nueva “dinámica” de los protagonistas apuntaba maneras, pero al final ha acabado teniendo muchísimos episodios aburridos, con alguno más inspirado a mitad de la temporada. Pero todo bastante olvidable.

La que te ha sorprendido gratamente: 2 Broke Girls. Será una comedia chorra y simple como el mecanismo de un botijo, pero me río a carcajadas con ella. Y mira que los guiones son siempre iguales (dobles sentidos sexuales, humor escatológico...), pero la química entre las dos protagonistas es genial, y los secundarios han ido mejorando bastante.

La que te llamaba mucho pero no seguiste con ella: Vi los primeros siete episodios de Homeland y me parecieron magníficos. Sobre todo el séptimo, el último que vi, que no dejaba muy claro por dónde iba a ir la serie a partir de ese momento. Por eso no entiendo cómo no he terminado de verla todavía para poder unirme a aquellos que dicen que es el mejor estreno del año. Los cinco últimos capítulos son una de mis prioridades veraniegas. Y Alcatraz no sería lo que se esperaba de ella, pero era un procedimental entretenido con un tono muy interesante, y también la dejé a cinco episodios del final.

La cansina: Glee ha sido bastante insoportable este año. Como siempre, vamos, pero en peor. Mención especial a momentos vergonzantes como el milagro de Quinn o el episodio en el que decidieron cantar en español y eligieron grandes éxitos de nuestra cultura como La cucaracha y Bamboleo. Pero bueno, además de irritante, también sirve para echarse una risas con sus WTF? No me voy a quejar mucho cuando la sigo viendo (y una pequeña parte de mí la disfruta).

La miniserie: The Fades tiene un final abierto muy dañino, pero en realidad cierra casi todas las tramas que plantea en sus seis únicos episodios. Me duele menos engañarme a mi mismo tomándomela como una miniserie que como una primera temporada con mucho potencial. Mención aparte a otra joya británica, la perturbante Black Mirror.

La que no pensabas que te gustaría: American Horror Story. Ryan Murphy no es una referencia muy fiable (véase Glee), pero su perturbada cabeza puede producir grandeza pura en géneros como el terror. Mucha demencia que acaba convirtiéndose en un drama consistente (quién lo diría), cientos de homenajes al cine de terror (y a Bitelchús) y Evan Peters y Taissa Farmiga, a los que espero ver en muchos papeles a partir de ahora, en un reparto capitaneado por Jessica Lange, que brilla con luz propia.

La nueva serie que recomiendas: Once Upon a Time puede ser ñoña e infantil a ratos, lo admito, pero las vueltas de tuerca a los cuentos infantiles me han tenido enganchado todo el año, y la recta final de infarto que ha tenido ha sido de lo mejor de la temporada, en mi opinión. Aunque claro, para alabarla como es debido hay que olvidarse de la protagonista, una madre coraje de mentira obsesionada con muchas ideas preconcebidas.

La que sigue en buena forma: The Good Wife sigue siendo uno de los dramas más consistentes, elegantes, bien escritos e interpretados de la televisión. A lo mejor este año no ha sido tan trepidante como el pasado, pero la genialidad, el subtexto y las ganas de aplaudir han seguido estando ahí en cada escena. Emmy para la serie (a mejor drama y mejor comedia) y Emmy para Christine Baransky.

Una nueva con buena pinta: Este verano, The Newsroom, la nueva de Aaron Sorkin, es una cita ineludible. Y ya en otoño habrá que estar atentos a Last Resort, uno de los estrenos que mejor pinta tienen. En trailer anticipa una intriga muy bien conseguida. Y mi lado mamarracho está deseando reencontrarse con Terry O'Quinn y Vanessa Williams en esa especie de American Horror Story de saldo que parece que va a ser 666 Park Avenue.

La cancelación que has maldecido: The Fades. Me repito, pero es que era muy grande.

Ese cliffhanger malo para tu manicura: La recta final mediocre que ha tenido Revenge se nos ha olvidado a todos con ese pedazo de final de temporada. Han dejado 93501857 frentes abiertos.

Un momento para llorar: El Wonderful! Wonderful! con el que nos despedimos de Karen McCluskey en Mujeres Desesperadas. Y que Kathryn Joosten haya fallecido dos semanas después contribuye a que el momento sea incluso más mítico. DEP.

Un momento para reír: La season finale de Cougar Town ha estado sembrada. El momento “I've tried the wine before and... not a big fan” creo que no se me va a olvidar nunca. Y saber qué se hace en caso de empate en las elecciones de Pawnee confirma que a Parks & Recreation no hay comedia que le tosa, salvo Modern Family a veces (“Algún día, tus fans trabajarán para mis fans”).

Una escena memorable: La ducha de Girls. Aunque bueno, en el mismo episodio Marnie y Jessa protagonizan otro momentazo.

El rey de la serie: Aunque Schmidt haya sido para muchos el personaje revelación de la temporada, para mí, Nick Miller es, con perdón de Zooey Deschanel, el rey de New Girl.

#yoconfieso: que vi los dos últimos episodios de House saltándome unos cuantos de los anteriores porque la octava temporada se me estaba haciendo muy cuesta arriba. Pero a mí me gustó mucho el final de la serie, bastante más que al resto de la blogosfera, por lo que he leído.

Tú sobras: Tom de Parks & Recreation y Declan de Revenge deben morir. Entre terribles sufrimientos.

La nueva serie que no veré ni loco: Nunca digas nunca, pero muy bien se tiene que hablar de 1600 Penn y de Malibu Country para que me anime a verlas.

And I will always love you: Olivia Dunham, FBI. Espero que Anna Torv aparezca en todos los episodios de la última temporada, señores de Fringe. Y sí, es una amenaza.

viernes, 27 de abril de 2012

Cien horas con Olivia Dunham


Fringe es una serie con suerte. A pesar de sus nefastas audiencias, Fox anunció ayer que tendremos la ansiada quinta y última temporada de trece episodios que servirá para cerrar las tramas y despedir a la serie como se merece. Y aunque me alegro muchísimo por la noticia, también reconozco que la cuarta temporada de Fringe ha bajado un poco el nivel. Este año, más que nunca, se han visto algunos de los fallos de los que adolece la serie y han tenido algún que otro episodio aburrido. Como a estas alturas de la película es muy complicado hablar de Fringe sin spoilers, si no la lleváis al día, mejor que no sigáis leyendo. Y si no la veis, echadle un vistazo a este video.

No quiero crucificar a la serie, porque me sigue gustando mucho. De hecho, mientras que algunos se quejaron del reseteo que ésta sufrió al principio de la temporada, a mí me pareció muy interesante: el vacío de Olivia Dunham y Walter Bishop fue un ejemplo más de lo grande que puede llegar a ser esta serie. Fringe ha conseguido una vez más mostrarnos nuevas facetas de unos personajes excelentes que son el ejemplo audiovisual del “Yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset.

Sin embargo, y como ya sucedió en la tercera temporada, el buen pulso y la constancia con la que arrancaron flojeó después de navidades. Si el año pasado comenzaron a quemar trama en una huida hacia adelante con momentos loquísimos (la campana de William Bell), este año han pecado justo de lo contrario. Como si se supiesen ya impunes y la sombra de la cancelación no planeara sobre ellos, se empeñaron en hacernos creer que el ámbar era un universo más (mientras los títulos de crédito se volvían cada vez más azules) y que Peter Bishop regresaría a casa en cualquier momento, a un hogar en el que le esperaban su Olivia y su Walter.

De haber sido así, la nueva línea temporal presentada se habría quedado en nada y al final optaron por lo más sensato e hicieron que Olivia recordase. Pero mientras que Olivia vuelve a ser nuestra Olivia, Walter en ningún momento recuerda a su hijo y no hay indicios de que empiece a hacerlo, cosa que no me explico. Lincoln, encima, ha tenido que cambiar de universo cual pagafantas y parece que se tendrá que “conformar” con la Olivia alternativa en un giro rapidísimo en el que se han llevado a su doppelgänger por delante. Por otro lado, la relación de Peter con Olivia está desgastada y no desprende la chispa de antaño (más por Joshua Jackson que por Anna Torv, que sigue haciendo un trabajo de Emmy). Los guionistas lo saben y desde que volvieron apenas los hemos visto juntos.

En vez de eso, parece que están buscando un nuevo hilo conductor de la historia, probando varios y sin decantarse por ninguno. Cuando vi el barco con los “monstruos” (muchos de la primera temporada), pensé que ese era el camino que iban a seguir de cara al final, pero no se ha vuelto a saber nada. Y mientras David Robert Jones está intentando destruir los universos, también nos han presentado en el último episodio un mundo distópico en el que los observadores dominan la tierra (la explicación de qué son me gustó mucho y me convenció, por cierto).

Aún así, confío en que tendrán muy bien planeada la última temporada y dejarán de dar palos de ciego. Nos espera una recta final de infarto hasta llegar a los cien episodios. Y muchos de esos cien podrían pasar a la historia de la televisión si esta serie la viese alguien.