Anoche recibimos la noticia de que
Showtime había renovado Homeland
por una tercera temporada. Nos alegramos porque procede, aunque
realmente nadie dudaba de su continuidad después de ganar varios
Emmy en septiembre. Showtime ha conseguido con ella lo que nunca
logró con Dexter (de
la que tocará hablar en breve porque ha vuelto muy interesante pero
dubitativa), y aunque sus audiencias no son una locura, la serie lo
hace bien.
Sin
embargo, después de ver cómo acabó el cuarto episodio de esta
segunda temporada, muchos nos preguntamos cómo van a hacer para
continuar la historia. En realidad, pasa al final de casi cada
capítulo porque la serie está quemando trama a toda velocidad; pero
no dudo que sabrán lo que hacen porque estamos
hablando de una serie de cable en la que se puede planear con tiempo
el desarrollo de las tramas en una temporada y donde no recurren a
los golpes de efecto y las bombas de humo para mantener enganchada a
la audiencia porque sí (que no digo que todas las series de network
lo hagan, conste). El caso es
que, si Homeland está
avanzando a un paso tan firme, es porque los guionistas tienen un
plan, y probablemente implique un cambio en las reglas del juego.
(Spoilers en todo este párrafo) La
tensión entre Carrie y Brody, que ha sido hasta ahora el centro de
la serie, parece que se ha zanjado, o al menos ha mutado en algo
distinto (si alguna vez Carrie estuvo enamorada de él, parece que lo
único que queda es odio, y la rubia no ha dudado en arrestarlo); la
enfermedad de Carrie, acentuada por la sensación de que sus
sospechas eran paranoias, se ha calmado un poco, aunque estoy seguro
de que no tardaremos en ver un nuevo brote (al fin y al cabo, la
semana pasada estaba intentando suicidarse); y Brody está acabado,
en principio. Habrá que ver cómo afecta su nueva situación a
Jessica y el resto de su familia, y qué papel jugará en la serie de
ahora en adelante, pero lo que está claro es que las cosas no pueden
continuar como hasta ahora, y los puntos de no retorno en una serie
siempre son muy emocionantes.
Justo
eso es lo que venía a decir en esta entrada. Puede que Homeland
sea demasiado efectista y
borderline (o al menos
más de lo que estamos acostumbrados a ver en una serie con
aspiraciones trascendentales), pero es admirable cómo en sus
episodios no paran de ocurrir cosas. Las interpretaciones de los
actores están brillando más que el año pasado si cabe, e incluso
Morena Baccarin está teniendo sus momentos de lucimiento, probando
que Homeland, sobre
todo, es la historia de sus protagonistas y las circunstancias que
los rodean. Además, el detalle que eleva la serie -no saber quién
es más despreciable, si los terroristas capitaneados por Abu Nazir o
la CIA y el gobierno de los EEUU- sigue estando presente, sin
diluirse entre tanta acción.
Y si el año pasado reconocía el buen hacer de la serie al mismo tiempo
que comentaba que la recta final de la temporada no me había
conseguido atrapar del todo, este año han conseguido que me implique
con todos los personajes, desde la desquiciada e impotente Carrie (a
la que agradezco que le estén dando un respiro entre tanta tortura
psicológica) hasta un Brody muy turbio pero cuyas motivaciones
entiendes en todo momento, pasando por otros secundarios como Dana,
cuyas inseguridades adolescentes son ahora mismo de lo más creíble
de la televisión. Si sigue así, por mí que dure siete temporadas más.
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