Hace tiempo que Glee, la comedia adolescente de Ryan Murphy (Nip/Tuck, American Horror Story, Popular), perdió el toque que hizo que durante su primera temporada la crítica y el público se rindiesen a sus pies. Si empezó versionando a Queen y a Journey, últimamente abundaban más los temas de Selena Gomez o The Wanted. Además, pasaron de parodiar los tópicos del género teen a simplemente utilizarlos, por lo que su calidad es difícilmente reivindicable. Otra cosa es que la ficción siguiese siendo más o menos entretenida, que estuviera por ahí Dianna Agron (cuyo personaje ha sido maltratado, vapuleado y ridiculizado por los guionistas de todas las maneras posibles) y que Gwyneth Paltrow hiciese cameos durante la segunda temporada. Sea como sea, la serie se ha plantado en la cuarta temporada y aquí sigo yo para verlo. Y, la verdad, no ha empezado nada mal.
Vale, sí, sigue teniendo sus cosas: quiero asesinar cruelmente a Unique y sus dejes de negra chunga, y entre los temas que interpretaron se encuentra el odioso Call Me Maybe con el que la radio nos ha martilleado todo el verano o un cruce entre Americano y el vergonzoso Dance Again de Pitbull y JLo, pero lo solucionaron al final con una versión de Imagine Dragons y Chasing Pavements (la voz de Marley, la chica nueva, es buenísima, por cierto).
Sea como sea, y dejando a un lado las canciones, el episodio de regreso es bastante potable. Quizá no para tirar cohetes, pero no ha sido el caos que me esperaba. Me explico: al final de la temporada pasada, los personajes se desperdigaron por la geografía estadounidense tras acabar el instituto, pero Ryan Murphy decidió mantener a todo el reparto original en la serie, así que es de esperar que nos vayan mostrando cómo transcurre la vida de los personajes antigüos intercalándolo con la rutina de Ohio. Y este esquema podía resultar desastroso y la serie corría el riesgo de convertirse en un batiburrillo de historias absolutamente inconexas, pero de momento han conseguido que las vidas de Rachel y Kurt sigan vinculadas al McKinley de manera bastante orgánica.
Los personajes nuevos, por otro lado, son suficientemente interesantes por el momento. Bueno, en realidad es Marley la única que me interesa, porque el hermano de Puck es a todas luces una nueva versión de éste y la animadora viene a ser, como la define Sue, una joven Quinn sin embarazos, trastornos de personalidad ni sillas de ruedas. Puede convertirse en una versión mejorada si no se les va la cabeza a la hora de desarrollarla, pero la actriz no tiene ni la mitad de carisma que Agron. Marley, en cambio, es algo diferente del personaje que viene a sustituir (Rachel), y eso le suma puntos. Además, la trama de su madre en el episodio ha sido muy emotiva.
En resumen, que de momento no voy a dejar Glee porque no ha sido vergonzosa, porque la parte de la trama que transcurre en Nueva York puede ser interesante y porque puede que se marquen una temporada más decente que las dos anteriores. El punto de partida es bueno, así que esperemos que no se pierdan y dejen de ser un procedimental sentimental, pero es difícil confiar en ese genio malvado que es su creador.
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