Mi cultura sorkiniana no va más allá de la primera temporada de El Ala Oeste de la Casa Blanca, que por el momento es la única que he visto, La Red Social y Moneyball. Sin embargo, me basta para conocer los rasgos característicos de una ficción guionizada por Aaron Sorkin: un ritmo trepidante, unos diálogos fugaces, unos personajes quizá demasiado inteligentes y un gusto por los largos monólogos que es ya marca de la casa. Y todo le funciona: la recaudación de sus últimas películas, los siete años que duró El Ala Oeste en antena y los Emmys y Oscars que tiene en su estantería le avalan. No por nada, series tan diferentes como House, Las Chicas Gilmore y Scandal beben en cierto modo de su influencia.
Y
todo esto, ni más ni menos, es The
Newsroom.
En esta nueva serie que pretende mostrar el día a día de la
redacción de informativos de un canal de cable, el estilo del
guionista se nota desde el cold
opening
y la cabecera, muy de la vieja escuela (aunque brillante). Y lo que
ha probado con su paso a HBO es que trabajar en el cable sólo le
aporta la seguridad de que no cancelarán su serie a la primera de
cambio por malas audiencias, porque su estilo y el tipo de personajes
que crea siguen siendo iguales.
El
periodismo, una profesión que hoy en día está de capa caída
económicamente y a nivel de influencia, quizá exigía algo mucho
menos idealista de lo que Sorkin pretende aportar con The
Newsroom.
Además, sorprende que HBO, cadena que (casi) siempre ha optado por
el realismo y la crudeza en el relato de sus series (The Wire,
Girls,
A dos metros bajo tierra),
haya preferido esta vez una visión más positiva. O tal vez es que no
querían dejar escapar la oportunidad de tener a un guionista de tanto
renombre entre sus filas.
De
momento, en el piloto de The
Newsroom
las fuentes llegan casi por arte de magia, los periodistas de la
redacción trabajan con eficiencia y buena voluntad, prima la
veracidad y el equipo de producción es capaz de realizar un
informativo de una hora en directo sin guión y sin que apenas se
note. Si todos los profesionales de la información fueran como los
escritos por Aaron Sorkin, el mundo sería sin lugar a dudas un lugar
mejor. Y ahí es donde radica el valor de The
Newsroom.
Si
no comulgamos con sus ideales, la nueva creación de Sorkin se nos
puede atragantar, pero de no ser así se convierte en una serie muy
fácil de alabar. Viéndola, los espectadores sentimos ganas de ser
mejores personas, los periodistas recargan su
motivación, y los estudiantes de la profesión conservamos un poco
de fuerza de voluntad para seguir estudiando al tiempo que vemos día a
día cómo periódicos nacionales echan el cierre y cadenas de radio y
televisión despiden a cientos de trabajadores mientras todos los
medios procesan la información de manera uniforme y con cada vez
menos capacidad crítica.
Que
sí, que Sorkin es pedante, prepotente y después de explicarnos cómo
debe funcionar la política de Estados Unidos quiere ahora enseñarnos
periodismo. Pero teniendo personajes tan carismáticos desde el
minuto uno (el reparto es espectacular), un ritmo endiabladamente
rápido y siendo tan emocionante como ha sido el primer episodio, yo
me la quedo sin duda. Un poco de esperanza y de luz al final del
túnel nunca viene mal.
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