The Americans, el estreno de esta midseason del canal FX, es un producto sin pretensiones. Pese a ambientarse en los últimos años de la Guerra Fría y ponerse del lado de los rusos del KGB (algo que es innovador en este contexto pero sigue la tónica habitual de la ficción estadounidense de humanizar al “villano”), centra sus tramas en la relación de Elizabeth y Philip. Ellos son dos espías en terreno americano que se han visto obligados a fingir un matrimonio y hasta a tener hijos, pero que tras veinte años de convivencia aún no confían el uno en el otro, y los intentos que a lo largo de esta primera temporada han hecho para estar juntos como una pareja normal se han visto frustrados por las circunstancias.
Dejando
a un lado de momento la trama de espionaje, casi podríamos definir
The Americans como el
clásico drama romántico en el que la relación de los protagonistas
tiene que superar diversos obstáculos, pero en la serie todo es
bastante más complejo. La de Philip y Elizabeth es una relación con
muchas capas, y cada vez que una desaparece se encuentran en la
siguiente con heridas abiertas del pasado que hacen que la
perspectiva de un final feliz para ellos se antoje imposible –y más
aún cuando todos sabemos cómo acaba la Guerra Fría–. El trabajo
de Keri Russell (Felicity)
y Matthew Rhys (Cinco Hermanos)
es encomiable en este sentido, pues encarnan a la perfección los
recelos e inseguridades de sus personajes (y además llevan esa
cantidad de pelucas absurdas con mucha dignidad).
Pero
la trama de The Americans arranca
cuando Stan (Noah Emmerich), un agente del FBI de contraiteligencia
se muda a la casa de al lado. Es una casualidad bastante patillera, y
es graciosa sobre todo porque éste les cuenta cuál es su trabajo
con todo lujo de detalles a los treinta segundos de conocerse.
Probablemente sea éste el mayor defecto que se le puede achacar a la
serie creada por Joseph Weisberg: hay que suspender la incredulidad
muy a menudo (algo que, por otro lado, es lo habitual en los
productos de espías).
Stan
podría ser una némesis plana que simplemente ejerciera de amenaza
para los protagonistas, pero lo cierto es que el gran trabajo de
Emmerich con su personaje hace que sea imposible. Sus problemas
familiares y matrimoniales, así como las encrucijadas en las que le
pone Nina –la agente doble con la que trabaja– hacen que sea un
personaje interesante por sí solo. No se puede decir lo mismo de
Claudia, la inmediata superior de Philip y Elizabeth interpretada por
la gran Margo Martindale. A pesar de que la actriz ya ha demostrado
más de una vez que puede con lo que le echen, su personaje es un
mero apoyo de los protagonistas del que no sabemos prácticamente
nada. Eso sí, los careos entre Martindale y Russell son puro fuego.
Y es
que, pese a que muchos han acusado a la serie de falta de tensión, a
lo largo de estos trece episodios sí han tenido varios momentos de
sentarse en el borde del sofá. El final de temporada, sin ir más
lejos, es una angustia constante, y lo mismo puede decirse de más de
un secuestro en el que los protagonistas se han visto envueltos en
esta primera temporada. Sin embargo, es hasta cierto punto normal que
The Americans no sea
todo lo tensa que cabría esperar, ya que en un principio pensábamos
que sería un thriller pero ha resultado ser principalmente un drama. Y uno
muy bueno. Entre los personajes de los que hace gala (me he olvidado de mencionar a los hijos del matrimonio y a la odiosa Martha*), lo que cuenta
de la sociedad de los 80 y el retrato tan poco maniqueo que hace de
ambos bandos en la Guerra Fría, no es de extrañar que sea con
diferencia el mejor estreno de la temporada.
* Se pueden entender las motivaciones de Martha como personaje, pero el hecho de que sea un estorbo en el matrimonio Jennings y que actúe a menudo como una histérica y una obsesiva hacen que sea inaguantable.
2 comentarios:
Esta serie espero empezarla pronto!
besote!
Debes, que es muy buena.
Gracias por comentar. ;)
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