Desde que se marchó Dan Harmon (bueno,
desde que la NBC lo echó por la puerta de atrás), todas las miradas
han estado puestas en la cuarta temporada de Community.
Los nuevos responsables se encontraron con un muerto (literalmente,
pues estos trece episodios existen sólo para abaratar costes y la
renovación se antoja casi imposible) muy difícil de cargar. Harmon,
que debe tomar sustancias muy fuertes desde primera hora de la
mañana, había creado un estilo inimitable simplemente por lo
impredecible que era, pero haber hecho una sitcom corriente
utilizando los personajes que éste había dejado tras de sí suponía
prácticamente un suicidio.
Sin
embargo, no se puede negar que los encargados de continuar con la
serie han hecho su trabajo. Se palpa que conocen a los personajes y
también queda claro que recuerdan cada uno de los giros con los que
la serie sorprendía cada semana. No han faltado los episodios locos
de Halloween, las referencias pop, los meta comentarios y los falsos
documentales. Todo para demostrar que podían hacer lo mismo que el
showrunner que les
precedía pero sin que nada fuese realmente sorprendente.
Personalmente,
soy partidario de que “la nueva Community”
(que parece la manera oficial de denominarla aunque no pasó en su
día con El ala oeste o
Las chicas Gilmore)
puede ser buena si busca un estilo propio, por el simple hecho de que
los guionistas son capaces de hacer que cada nueva dirección en el
comportamiento de los personajes sea refrescante y no deje de
resultar coherente con ellos mismos (la relación de Jeff con su
padre o los primeros pasos de Abed dentro de una relación
sentimental son ejemplos de lo que digo). No echo tanto de menos el
punto de locura que caracterizó su anterior etapa si me ofrecen un
producto entrañable que conserva el fondo aunque no las formas.
Y en mi opinión es
algo que hasta ahora han conseguido bastante bien. Para empezar, se
dieron cuenta muy pronto de que Troy y Britta no funcionaban y su
relación ha pasado a un tercer plano: sabemos que están juntos pero
no tenemos que verlo. Además, la mayoría de los comentarios y
comportamientos de éstos son completamente lógicos. Que el decano
tenga una marioneta hecha a imagen y semejanza de cada uno de los
miembros del grupo es algo muy propio de él, y que Britta se tome
cualquier chorrada tan en serio que acabe desquiciándose más de lo
mismo.
De
hecho, me atrevería a decir que la nueva Community
tiene más corazón que la anterior. Han ahondado mucho más en la
relación del grupo y han afianzado también los vínculos entre
varios personajes (Annie y Shirley, Britta y Jeff, Troy y Abed).
Envuelta en la demencia que la caracterizaba, Community
no tenía tiempo de pararse a analizar por qué los miembros del
grupo de estudio se querían tanto, sino que más bien era algo que
se daba por hecho y teníamos que aceptar porque sí. Ahora, aunque
ningún episodio alcance la brillantez de Pillows and
Blankets o Remedial
Chaos Theory, todo parece más
orgánico. Y ese es un mérito que hay que reconocerles.
1 comentario:
Hola!
Me llamo Noelia Martínez y soy editora en ¡Vaya Tele!. Te escribo para comentarte que hemos seleccionado uno de tus artículos para nuestra sección 'Estrellas Invitadas' que saldrá mañana miércoles. Un saludo y gracias! Ojalá podemos contar más veces con tu participación.
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