Las listas de lo mejor del año son demasiado divertidas de hacer como para no caer en la tentación. Tal vez no tengan mucho sentido, pero sirven para hacer balance y de paso para desempolvar un poco el blog, que últimamente publico una vez cada dos meses. Por supuesto, sobra decir que esta es una lista completamente subjetiva y que probablemente dentro de dos semanas las posiciones serían completamente distintas. Fuera se han tenido que quedar veteranas como Homeland, Downton Abbey, Awkward o Parenthood (que me han seguido gustando pese a no tener su mejor año) y novedades tan divertidas como Brooklyn Nine-Nine, Trophy Wife y Sleepy Hollow, básicamente porque no era plan de hacer un Top 25. Dicho esto, aquí están las series que mejor me lo han hecho pasar en 2013.
Ha sido un año de cambios para Leslie
Knope, y no todos positivos. El buen humor constante de la
protagonista de Parks and Recreation se
ha puesto a prueba y Leslie ha salido adelante, como esperábamos de
ella. A lo mejor no saca siempre carcajadas, pero la evolución de
los personajes de esta comedia no tiene que envidiar nada a la de un
drama, y en una temporada que tristemente puede ser la última, ver los
cambios de sus vidas está resultando especialmente emocionante, sin
que deje de haber momentazos cómicos, por supuesto.
Después
de la primera temporada de esta serie de antologías, parecía
imposible que Charlie Brooker nos sorprendiera más aún, pero las nuevas
historias que nos ha contado en Black Mirror
han vuelto a ser espeluznantes y emocionantes a partes iguales. Puede
que el tercero cojeara un poco en comparación a lo demoledores que
son los otros dos, pero el ingenio y el talento que hay detrás de
esta serie es innegable, porque todo lo que se ve en ella es muy verosímil. La culpa no es de la tecnología, es de las posibilidades que nos da.
13.
Breaking Bad
Aunque
las andanzas de Walter White nunca me han fascinado tanto como a la
mayoría, sí que Breaking Bad me parece una muy buena serie y sería de necios no reconocer que la última temporada, en
la que la olla a presión ha estallado, no está entre lo
mejor del año. Todos los episodios han tenido momentos que se
quedarán grabados en nuestra retina para siempre; el viaje de los secundarios, especialmente el de Skyler y el de Jesse, ha
sido muy coherente; y por primera vez hemos tenido la posibilidad de
conectar con ciertos personajes, como Marie o Walter Jr., que siempre estaban de fondo pero parecían más instrumentos que otra cosa.
No
habrá sido la mejor temporada de los publicistas de Sterling Cooper
Draper Pryce, pero Mad Men
sigue estando muy por encima de la media y esta temporada ha sido muy complaciente con el espectador. Por fin hemos visto a Peggy
en su salsa, le han dado mucho tiempo en pantalla a Pete (para que el
pobre siga sufriendo una desgracia tras otra) y la deriva de Megan
Draper ha servido para redimir bastante a Betty (un personaje injustamente vilipendiado). Roger Sterling ha
tenido un par de episodios dedicados a él en los que ha podido ser más
que el alivio cómico que suele, Sally ha salido a empujones al mundo adulto y Joan ha brillado lo poco que los guiones le
han dejado. Aunque a ratos no soporte a Don, las vidas del resto me
siguen fascinado.
Muchas
veces se habla de Tatiana Maslany como lo único que eleva Orphan
Black gracias a sus múltiples registros que hacen que los clones parezcan interpretados por distintas actrices, pero se pasa por alto que es
buena ciencia ficción. No solo se suceden los giros y los
acontecimientos a tal velocidad que resulta imposible desengancharse,
sino que tiene cabida la reflexión ética propia de estas historias y han sabido perfilar muy bien a los cuatro clones, con matices más allá del estereotipo que parecían ser al principio.
Alison Hendrix es uno de los personajes del año.
No
comparto en absoluto el backlash
que ha sufrido New Girl este
año. Después de una segunda temporada en la que la comedia se soltó
del todo y en la que manejaron y resolvieron muy bien la tensión
sexual no resuelta, el comienzo de la tercera fue un poco titubeante.
Pero en las últimas semanas parece que por fin las aguas van
volviendo a su cauce. Y aunque Schmidt esté un poco más insoportable que de costumbre, lo que hace no deja de ser muy propio del personaje. Eso sí, el entrenador sobra bastante de
momento y a la larga puede ser un problema.
9.
Masters of Sex
Una
serie sobre la investigación de la sexualidad humana en Showtime
podría haber sido lo más horrible que la televisión ha visto en
años. Y sorprendentemente, el tratamiento del tema es muy elegante y lo más importante en la narración son las vidas de los personajes. Y ninguno de ellos sobra, porque Virginia y Masters son grandes personajes, pero también lo son
Libby, Ethan y Margaret. De todas formas, quizá lo más sorprendente de Masters of Sex es lo entretenida que es: nunca episodios de una hora se hicieron tan
cortos.
Sundance
se presentó en sociedad con Top of the Lake, pero es Rectify su
primera serie planteada a largo plazo, y no podía ser más
prometedora. He dudado a la hora de colocarla tan alto porque con seis
episodios puede ser pronto para juzgar, pero Rectify
ha mostrado muchas facetas en tan poco tiempo. Su tempo lento no la
convierte en aburrida gracias a unos personajes que te interesan
tanto que podrías verlos jugar a las cartas sin mirar el reloj, y que convierten en familiar una situación que no nos puede resultar más ajena a la mayoría. Su
fotografía y su banda sonora fácilmente entra entre lo mejor del año y su tono contemplativo no nos
ha privado de algún cliffhanger
que nos ha dejado con el culo torcido.
Linden
y Holder han vuelto más centrados que nunca, libres ya del “lastre”
de los Larsen. El caso de esta temporada ha estado mucho mejor llevado que el que abarcó las dos primeras. La
relación entre ellos –que siempre ha sido lo más interesante–
ha cobrado protagonismo, y además esta temporada tiene el que para mí es el mejor episodio dramático del año: “From Up Here” (3.11), con uno de los finales más desgarradores y crueles que he visto. Y no hay que olvidar que nos han
presentado dos grandes personajes como son Bullet y Ray Seward, magníficamente interpretados por Peter Sarsgaard y Bex
Taylor-Klaus. Menos mal que ha resucitado por segunda vez para tener
un cierre digno.
Pocas
mentes tan originales como Byan Fuller trabajan en televisión. Con
un mismo tema central, la muerte, ha desarrollado a lo largo de su carrera varias series que poco tienen que ver entre sí en forma y estilo (y todas, sin excepción, han sido prematuramente canceladas). Hannibal
es opresiva, perturbadora y juega con el espectador tanto como
Hannibal Lecter juega con el resto de personajes. Tiene una dirección
impecable que logra meternos en la cabeza de Will Graham, un delicioso humor negro y dos protagonistas que dan la talla. En
sus trece episodios tenía muy claro lo que quería contar y la
segunda temporada promete aún más.
5.
Gravity Falls
La
primera temporada de la nueva serie de Disney Channel empezó siendo
“simplemente” muy simpática y muy divertida, con los one
liners de Mabel como punto
álgido de los episodios, pero conforme avanzaba, Gravity Falls ha ido construyendo una mitología muy rica y ha desarrollado una
trama serializada tan bien llevada que sería la envidia de muchos
dramas de ciencia ficción. Es impresionante lo cuidada que está su continuidad, que culimna en un cliffhanger al final que no puede dejarnos más ansiosos. Pero lo primordial es, como he dicho, lo divertidísima que es. Dadle una oportunidad, que no por ser una serie infantil tiene un humor estúpido.
Los
chicos del McLarens se despiden después de nueve años acompañándonos, y lo hacen,
como siempre, buscando ser lo más originales posible. Es cierto que la
trama central de la temporada no me gusta demasiado, pero están
jugando muy bien con las apariciones de la madre, con los flashbacks
y con el orden narrativo para exprimir al máximo ese fin de semana
sin que se haga cansino. Puede que la nostalgia influya en la
posición en que está, pero despedirse de los cinco da mucha pena y es una de esas series que tengo que ver sí o sí el día después de que se emita. Y, por cierto, Lily se está saliendo este
año.
Cinco
temporadas y tan buena como el primer día. ¿Qué se puede decir de
The Good Wife que no
se haya dicho ya a estas alturas? Que aparte de ser brillante en todos los aspectos, es muy
valiente poniéndolo todo patas arriba como lo ha hecho este año. El capítulo 100 y “Hitting the Fan” han sido tremendos, sí, pero es
que el resto tampoco han tenido desperdicio. Y encima se las arreglan
para seguir teniendo casos apasionantes semana tras semana (y para
hacernos reír con su cinismo). ¿Qué más queremos? Otros 100 episodios.
2.
Enlightened
Amy
Jellicoe es un personaje que de primeras cae muy mal. Es verdad que ella
trata de ser lo mejor persona posible, pero su torpeza social y el hecho de que
sus motivaciones sean en parte fruto del egoísmo nos lo pone difícil. Sin embargo,
Enlightened rápidamente
va poniéndote de su lado (basta con conocer un poco su pasado) y en
la segunda temporada tiene el acierto de darle un objetivo que casi cualquier espectador compartiría, convirtiéndola en una heroína cotidiana. Además,
cada episodio en el que la serie salía de su mente era una joya que
funcionaba por sí sola. Por desgracia, la veían cuatro gatos y para
el recuerdo nos quedan dos breves y excelentes temporadas.
Phillip
y Elizabeth se llevan un oro muy reñido. The Americans
ha sido, para mí, la serie del año, porque hace un trabajo ejemplar
en tres sentidos: retratando la incertidumbre social en un bando y
otro durante la Guerra Fría, siendo emocionante cuando tenía que
serlo y construyendo una relación muy compleja entre los dos
protagonistas. Phillip y Elizabeth tienen demasiado a sus espaldas
como para poder ser felices de la noche a la mañana. Keri Russell,
Matthew Rhys y Noah Emmerich, cuyo personaje no se queda atrás en
interés, se merecen todos los premios habidos y por haber, y ese equilibrio entre el thriller de espíonaje y el drama familiar pocas series lo manejan con tanto pulso.