martes, 23 de abril de 2013

Lo opuesto al idealismo

Veep está destinada a ser una de esas series a las que nadie hace caso. El año pasado sufrió la condena de estrenarse una semana después de Girls, y para entonces el público incondicional de HBO ya estaba obsesionado con la visión de Manhattan de Lena Dunham. No ayudó que The Thick of It, la serie británica creada también por Armando Iannucci, tuviera más mala leche de lo que se pudo ver en el piloto de Veep. Los fans del autor pensaron que la comedia de HBO era una versión norteamericana rebajada de su producto anterior y decidieron que no merecía la pena invertir más tiempo en lo que parecía más bien un instrumento de Julia Louis-Dreyfus para ganar premios. Nada más lejos de la realidad.

Yo odié el piloto de Veep, no os voy a mentir. También odié el segundo episodio en su mayor parte, aunque ya hubo un par de momentos que me hicieron reír. A partir del tercero la cosa fue rodando y en apenas un día me había visto los ocho episodios de los que se compone la primera temporada. En su momento se la comparó con Parks and Recreation, pero lo cierto es que no se parecen en absoluto: Parks es un oasis televisivo en el que todos los personajes son muy fáciles de querer, y Veep, por el contrario, tiene como personaje central a Selina Meyer, que es egoísta y a ratos no parece tener muchas luces.

Con Veep, HBO se ha metido de lleno en la crítica política. Sería interesante ver qué opina Aaron Sorkin (al que ahora tienen en nómina y que creó El Ala Oeste) de una serie que no se corta un pelo a la hora de ridiculizar el sistema político de los Estados Unidos sin fijar su objetivo en un partido político concreto (ejem, ejem). Y es que Selina Meyer, la vicepresidenta de EEUU y, como diría Shonda Rimes, la “sublíder del mundo libre”, representa todo lo que un político no debería ser. Es hipócrita hasta decir basta, basa su carrera política en la lucha por el poder y le interesa tan poco el bien de los ciudadanos de su país como los problemas personales de sus empleados. Lo único que de verdad quiere Selina es ocupar la silla del Despacho Oval.

Por eso, el humor de Veep se basa en sus meteduras de pata. No son torpezas que puedan sacarle los colores como le ocurre a Leslie Knope en Parks and Recreation, sino momentos en los que se sale del guión que marcan sus discursos y muestra su auténtica personalidad a la opinión pública. Cuando deja de ser la figura que le ordena su partido, se convierte en alguien que nadie en su sano juicio querría tomando decisiones en la cúpula de gobierno de su país.

Aunque, siendo francos, decisiones tampoco toma muchas. La vicepresidenta es un cero a la izquierda y uno de los gags recurrentes de la serie es la pregunta que a diario formula a su secretaria: “Sue, ¿ha llamado el presidente?”. La respuesta siempre es negativa. Selina es una perdedora, como bien expresa el opening de Veep, que ni siquiera tiene claro cuáles son sus funciones. Y ahí radica el valor de esta comedia que todos ignoran pese a llevar el sello HBO: en apenas veinticinco minutos, y disfrazando su mensaje de absurdidad, despliega un cinismo y una crítica afilada a la política estadounidense que ahora mismo no podemos ver en ninguna otra serie.

3 comentarios:

Liliana Fuchs dijo...

A mí sí me convenció el piloto y me ha gustado mucho más según avanzaba la serie. Yo me lo estoy pasando genial con las nuevas andanzas de la Veep y toda la tropa de personajes mezquinos/inútiles que la rodean :).

Diego Martínez dijo...

Es 'Veep' es MUY divertida.

Unknown dijo...

A mí esta serie sí me gusta, es graciosa y de comedia ligera aunque tiene crítica política, Gary Walsh por ejemplo es un personaje original y que le da sentido a la comedia porque una serie así podría ser pesada pero a mí parecer no lo es.