Este verano me he prodigado muy poco
por el blog. Podría poner la excusa de que en la temporada estival
se emiten menos series y me falta contenido sobre el que escribir,
pero estaría mintiendo, porque a pesar de las altas temperaturas no
he dejado de consumir televisión. Me falta poco para terminar
‘Enlightened’, y al mismo tiempo estoy con la segunda temporada de ‘Veep’, he empezado ‘Justified’ desde el principio (la mejor decisión del verano) y sigo con ‘Raising Hope’ a mi ritmo. Pero, a parte de estas, también
he estado poniéndome al día con algunos de los estrenos de la
temporada de los que no he llegado a hablar aquí.
Sabía
que caería en cuanto se anunció en los
Upfronts del año pasado, porque nunca digo no a algo musical, y
menos si está protagonizado por Connie Britton. Cuando se convirtió
en el estreno de las network
que mejor hablaban los críticos, se confirmó como una cita
ineludible. Pero está claro que se agarraron a un clavo ardiendo,
porque ‘Nashville’ es muchas cosas, pero desde luego no es
imprescindible. Su creadora, Callie Khouri, ganó en su momento el
Oscar por el guión de “Thelma y Louise”, está casada con todo
un referente en el mundo del country,
T. Bone Burnett, y nos prometía un relato de la meca de este género
musical. Sin embargo, por más que traten de disimularlo con tramas
políticas que no van a ninguna parte, ‘Nashville’ es
principalmente una soap
opera.
Esto
no tiene por qué ser malo, pero el duelo entre la diosa consagrada
del country
y la estrella emergente (Hayden Panettiere) no funciona tan bien
como, por ejemplo, los careos entre Madeleine Stowe y Emily VanCamp
en ‘Revenge’. En primer lugar, porque Britton, que interpreta a
la artista respetada, no sabe cantar e interpretativamente tampoco
rinde al 100% como sí lo hacía en ‘Friday Night Lights’. La
estrella de la serie es Hayden, que es muy consciente de que esto es
un culebrón y ha encarnado a uno de los personajes más divertidos
del año. De hecho, ‘Nashville’ parece un plan de Panettiere para
rodearse de gente que canta y actúa peor que ella para así
destacar, porque los secundarios son en su mayoría bastante endebles
y cualquier trama que no involucre a las dos protagonistas es
bastante aburrida. Scarlett y Gunnar, a los que nos venden como
auténticas promesas, no cantan tan bien como quieren hacernos creer,
y tienen el carisma de un zapato viejo.
Pero
a pesar de lo difícil que es pasar por el aro muchas veces,
‘Nashville’ es una serie muy entretenida en la que siempre están
pasando cosas. La Nashville que nos presenta y el funcionamiento de
su industria musical son muy creíbles –influye también que se
rueda allí–. Ojalá de cara al segundo año pulan un poco más los
guiones (muchas veces irrisorios), las hijas de Rayna canten más a
menudo (su versión del “Ho Hey” de Lumineers es un momentazo) y,
sobre todo, ojalá la nominación al Emmy de Connie Britton sirva
para que ella se encuentre más a gusto y rinda como al principio.
(Nota:
6)
‘Bates
Motel’ prometía casi tanto como ‘Nashville’, sobre todo porque
es una precuela de “Psicosis”. Se suponía que la apuesta más
fuerte hasta ahora del canal A&E nos iba a mostrar la
adolescencia de Norman Bates, su turbia relación con su madre y
todos los factores que lo llevaron a convertirse en el psicópata que
Alfred Hitchcock llevó al cine. Mucho ruido y muy pocas nueces,
la verdad.
Y
no será porque Freddie Highmore y, sobre todo, Vera Farmiga, no
estén impecables dando vida a los Bates. El primero consigue elevar
el guión siendo francamente inquietante cuando se lo propone y
dejándonos claro, incluso cuando se comporta de manera normal, que
Norman no está bien de la cabeza. Farmiga, por su lado, brilla en
casi cualquier registro. En el piloto nos demostró que podía ser
tan turbia como su hijo (o más), pero con el paso de los episodios
Norma Bates ha dejado de darnos miedo para convertirse en una
histérica entrañable. De creadora de un monstruo a una mujer
desesperada que no desentonaría en Wisteria Lane. Y aun así ella
clava el personaje y consigue que nos creamos que la Norma que le
confiesa a su hijo un oscuro y traumático secreto del pasado es la
misma que se vuelve loca al ver que sus huéspedes fuman marihuana en
el porche de su motel o se arrea a bolsazos con el primero que le cruza
los cables.
‘Bates
Motel’ no es interesante ni profunda ni intelectual, pero es
extrañamente divertida aun siendo fallida. O en realidad nunca
aspiró a demasiado y simplemente quería ser entretenida, porque sus
productores ya nos han adelantado que la serie obviamente acabará
mal, pero el camino va a ser muy divertido. (Nota:
5,5)
La
gran apuesta del año de Sundance Channel era ‘Top of the Lake’.
Es la que ha triunfado en los Emmy y de la que más se ha hablado.
Pero a finales de curso estrenó también ‘Rectify’, que no es
miniserie sino que está planteada a largo plazo y que, de momento,
nos ha contado la primera semana en libertad de Daniel Holden (Aden Young), que tras la invalidez de unas pruebas sale del corredor de la
muerte después de 20 años y vuelve a su pueblo natal.
Con
solo seis episodios emitidos es pronto para juzgar, pero ‘Rectify’,
al contrario que las anteriores, es una serie lenta y al mismo tiempo
muy interesante. No solo transmite perfectamente la sensación de
Holden de sentirse un extraño ahí fuera, sino que nos presentan al
resto de su familia, un conjunto de personajes muy bien definidos
pese a lo poco que hemos visto de ellos todavía y de entre los que
destacan Amantha, una hermana que busca desesperadamente conectar con
Daniel y sacarlo de su burbuja, y Tawney, su cuñada, anulada por su
marido y muy religiosa, que se convertirá en la principal
influencia del protagonista.
Los
actores están todos geniales (aparte de Young, destacan Abigail Spencer, Adelaide Clemens y Clayne Crawford) y además ‘Rectify’
presenta el pueblo natal de Daniel y transmite una verosímil
sensación de comunidad, de pueblo sureño cerrado en el que todo el
mundo se conoce, algo que ‘Bates Motel’ no consigue con White
Pine Bay a pesar de tener más episodios. (Nota:
8)
‘Orphan
Black’ podría ser la serie de ciencia ficción más cutre
estrenada en años, una ‘Ringer’ con clones, y no lo es. Ni por
asomo. Al contrario, es ciencia ficción de la buena. La segunda
producción de BBC America se adentra en un universo con tantas
posibilidades como el de la clonación y pone en el punto de mira a
Sarah, una chica que un día ve cómo otra chica idéntica a ella se
suicida y decide suplantar su identidad.
La
principal virtud de la serie, y la que más se ha hablado, radica
en su protagonista. Tatiana Maslany interpreta a tres personajes (en
realidad son siete, pero son tres las que aparecen continuamente y
llevan el peso de la trama) y es capaz de darles vida propia y
distinguirlos entre sí de manera muy clara. Pero no es su única
virtud, porque ‘Orphan Black’ tiene además un ritmo frenético, con infinidad de giros muy bien justificados y que no resultan patilleros
en ningún momento.
El
tono de la serie oscila continuamente entre el thriller
y
la comedia de enredo. Sin grandes pretensiones funciona a la
perfección y consigue implicar al espectador con la agonía de las
clones porque en su huida hacia adelante tiene tiempo de contarnos
cómo es su día a día. Y Alison es sin duda uno de los personajes
revelación de la temporada. (Nota:
7,5)