jueves, 22 de agosto de 2013

Puesta al día

Este verano me he prodigado muy poco por el blog. Podría poner la excusa de que en la temporada estival se emiten menos series y me falta contenido sobre el que escribir, pero estaría mintiendo, porque a pesar de las altas temperaturas no he dejado de consumir televisión. Me falta poco para terminar ‘Enlightened’, y al mismo tiempo estoy con la segunda temporada de ‘Veep’, he empezado ‘Justified’ desde el principio (la mejor decisión del verano) y sigo con ‘Raising Hope’ a mi ritmo. Pero, a parte de estas, también he estado poniéndome al día con algunos de los estrenos de la temporada de los que no he llegado a hablar aquí.


Sabía que caería en cuanto se anunció en los Upfronts del año pasado, porque nunca digo no a algo musical, y menos si está protagonizado por Connie Britton. Cuando se convirtió en el estreno de las network que mejor hablaban los críticos, se confirmó como una cita ineludible. Pero está claro que se agarraron a un clavo ardiendo, porque ‘Nashville’ es muchas cosas, pero desde luego no es imprescindible. Su creadora, Callie Khouri, ganó en su momento el Oscar por el guión de “Thelma y Louise”, está casada con todo un referente en el mundo del country, T. Bone Burnett, y nos prometía un relato de la meca de este género musical. Sin embargo, por más que traten de disimularlo con tramas políticas que no van a ninguna parte, ‘Nashville’ es principalmente una soap opera.

Esto no tiene por qué ser malo, pero el duelo entre la diosa consagrada del country y la estrella emergente (Hayden Panettiere) no funciona tan bien como, por ejemplo, los careos entre Madeleine Stowe y Emily VanCamp en ‘Revenge’. En primer lugar, porque Britton, que interpreta a la artista respetada, no sabe cantar e interpretativamente tampoco rinde al 100% como sí lo hacía en ‘Friday Night Lights’. La estrella de la serie es Hayden, que es muy consciente de que esto es un culebrón y ha encarnado a uno de los personajes más divertidos del año. De hecho, ‘Nashville’ parece un plan de Panettiere para rodearse de gente que canta y actúa peor que ella para así destacar, porque los secundarios son en su mayoría bastante endebles y cualquier trama que no involucre a las dos protagonistas es bastante aburrida. Scarlett y Gunnar, a los que nos venden como auténticas promesas, no cantan tan bien como quieren hacernos creer, y tienen el carisma de un zapato viejo.

Pero a pesar de lo difícil que es pasar por el aro muchas veces, ‘Nashville’ es una serie muy entretenida en la que siempre están pasando cosas. La Nashville que nos presenta y el funcionamiento de su industria musical son muy creíbles –influye también que se rueda allí–. Ojalá de cara al segundo año pulan un poco más los guiones (muchas veces irrisorios), las hijas de Rayna canten más a menudo (su versión del “Ho Hey” de Lumineers es un momentazo) y, sobre todo, ojalá la nominación al Emmy de Connie Britton sirva para que ella se encuentre más a gusto y rinda como al principio. (Nota: 6)



‘Bates Motel’ prometía casi tanto como ‘Nashville’, sobre todo porque es una precuela de “Psicosis”. Se suponía que la apuesta más fuerte hasta ahora del canal A&E nos iba a mostrar la adolescencia de Norman Bates, su turbia relación con su madre y todos los factores que lo llevaron a convertirse en el psicópata que Alfred Hitchcock llevó al cine. Mucho ruido y muy pocas nueces, la verdad.

Y no será porque Freddie Highmore y, sobre todo, Vera Farmiga, no estén impecables dando vida a los Bates. El primero consigue elevar el guión siendo francamente inquietante cuando se lo propone y dejándonos claro, incluso cuando se comporta de manera normal, que Norman no está bien de la cabeza. Farmiga, por su lado, brilla en casi cualquier registro. En el piloto nos demostró que podía ser tan turbia como su hijo (o más), pero con el paso de los episodios Norma Bates ha dejado de darnos miedo para convertirse en una histérica entrañable. De creadora de un monstruo a una mujer desesperada que no desentonaría en Wisteria Lane. Y aun así ella clava el personaje y consigue que nos creamos que la Norma que le confiesa a su hijo un oscuro y traumático secreto del pasado es la misma que se vuelve loca al ver que sus huéspedes fuman marihuana en el porche de su motel o se arrea a bolsazos con el primero que le cruza los cables.

‘Bates Motel’ no es interesante ni profunda ni intelectual, pero es extrañamente divertida aun siendo fallida. O en realidad nunca aspiró a demasiado y simplemente quería ser entretenida, porque sus productores ya nos han adelantado que la serie obviamente acabará mal, pero el camino va a ser muy divertido. (Nota: 5,5)


La gran apuesta del año de Sundance Channel era ‘Top of the Lake’. Es la que ha triunfado en los Emmy y de la que más se ha hablado. Pero a finales de curso estrenó también ‘Rectify’, que no es miniserie sino que está planteada a largo plazo y que, de momento, nos ha contado la primera semana en libertad de Daniel Holden (Aden Young), que tras la invalidez de unas pruebas sale del corredor de la muerte después de 20 años y vuelve a su pueblo natal.

Con solo seis episodios emitidos es pronto para juzgar, pero ‘Rectify’, al contrario que las anteriores, es una serie lenta y al mismo tiempo muy interesante. No solo transmite perfectamente la sensación de Holden de sentirse un extraño ahí fuera, sino que nos presentan al resto de su familia, un conjunto de personajes muy bien definidos pese a lo poco que hemos visto de ellos todavía y de entre los que destacan Amantha, una hermana que busca desesperadamente conectar con Daniel y sacarlo de su burbuja, y Tawney, su cuñada, anulada por su marido y muy religiosa, que se convertirá en la principal influencia del protagonista.

Los actores están todos geniales (aparte de Young, destacan Abigail Spencer, Adelaide Clemens y Clayne Crawford) y además ‘Rectify’ presenta el pueblo natal de Daniel y transmite una verosímil sensación de comunidad, de pueblo sureño cerrado en el que todo el mundo se conoce, algo que ‘Bates Motel’ no consigue con White Pine Bay a pesar de tener más episodios. (Nota: 8)


‘Orphan Black’ podría ser la serie de ciencia ficción más cutre estrenada en años, una ‘Ringer’ con clones, y no lo es. Ni por asomo. Al contrario, es ciencia ficción de la buena. La segunda producción de BBC America se adentra en un universo con tantas posibilidades como el de la clonación y pone en el punto de mira a Sarah, una chica que un día ve cómo otra chica idéntica a ella se suicida y decide suplantar su identidad.

La principal virtud de la serie, y la que más se ha hablado, radica en su protagonista. Tatiana Maslany interpreta a tres personajes (en realidad son siete, pero son tres las que aparecen continuamente y llevan el peso de la trama) y es capaz de darles vida propia y distinguirlos entre sí de manera muy clara. Pero no es su única virtud, porque ‘Orphan Black’ tiene además un ritmo frenético, con infinidad de giros muy bien justificados y que no resultan patilleros en ningún momento.

El tono de la serie oscila continuamente entre el thriller y la comedia de enredo. Sin grandes pretensiones funciona a la perfección y consigue implicar al espectador con la agonía de las clones porque en su huida hacia adelante tiene tiempo de contarnos cómo es su día a día. Y Alison es sin duda uno de los personajes revelación de la temporada. (Nota: 7,5)