jueves, 27 de septiembre de 2012

La cabaña en Roma

Antes de que Woody Allen estrenase el año pasado la excelente Midnight in Paris, que enamoró al público (y a la crítica) y le valió un Oscar al mejor guión original, se había dedicado a hacer películas menos ambiciosas. Si la cosa funciona, Vicky Cristina Barcelona, Conocerás al hombre de tus sueños o Scoop eran comedias (más o menos románticas) impregnadas del personal estilo del director, que no corrían grandes riesgos pero tampoco suponían un bajón de calidad considerable en relación al resto de su carrera. Eran divertidas y estaban hechas para gustar sobre todo a los fans de Allen. Y, lejos de la grandilocuencia de su viaje por París el año pasado, estaba claro que A Roma con amor iba a ser una comedia más estándar, que no por ello mala. Por eso, los palos que ha recibido me parecen desproporcionados.

La película nos cuenta cuatro historias paralelas que se desarrollan en la ciudad de Roma, y su principal atractivo era que el director se ponía de nuevo delante de las cámaras para interpretar a una nueva versión de sí mismo. Y eso, sea cual sea el nivel de la película, nunca falla: Woody Allen está divertidísimo en A Roma con amor (y por suerte también se le ve bien de salud). Es el humor, de hecho, el punto fuerte de la película, que es intencionadamente surrealista (en el sentido literal de la palabra, no en el que utilizamos a menudo para referirnos a las comedias). Obviamente, se le pueden poner pegas: el mensaje que intenta transmitir la historia de Roberto Begnini es tan sutil como una estampida de elefantes, la mezcla de las historias resulta un poco caótica a ratos y el montaje no está muy bien conseguido porque no todas las historias transcurren en el mismo periodo de tiempo. Sin embargo, el personaje de Ellen Page, por ejemplo, es irritante pero muy real, y demuestra que la genialidad no deja de brotar de la mente del cineasta.

A Roma con amor nos habla de la banalidad de la fama, la importancia de la infidelidad, el pseudo intelectualismo, las ensoñaciones y el miedo a la muerte, y sobre todo gustará a los fans del director, mientras que los que no le tienen en especial estima probablemente acabarán odiándola. A mí me pareció bastante recomendable, de todas formas.

La cabaña del bosque es, a su modo, también una comedia. Se ha podido leer y oír mucho en Internet sobre esta original propuesta de “terror”, de la que es mejor no saber mucho antes de verla. Sinceramente me esperaba una parodia del género al estilo de lo que hicieron Bienvenidos a Zombieland, Attack the Block, o la saga Scream con los zombis, las invasiones extraterrestres o los slashers respectivamente, pero eso solo ocurre durante la primera mitad de la película, que se burla de los topicos de manera descarada (y que también tiene un par de momentos bastante frívolos que me sentaron mal).

Pero lo que ha hecho que se hable tanto de la primera película de Drew Goddard como director (aparte de que Joss Whedon participara en el guión) es que con el paso de los minutos se va volviendo cada vez más excesiva, suiendo el tramo final en un estallido de genialidad que, personalmente superó mis expectativas. Evidentemente no da miedo pese al baño de sangre, pero no podemos criticarla por eso, pues ni siquiera creo que lo pretenda (la forma en que aparecen los títulos de crédito es toda una declaración de intenciones). Se pueden decir muchas cosas de La cabaña del bosque, pero lo que está claro es que no es una película olvidable.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Sopor, familias y patria

Como cada año, tras pasarme la noche en vela viendo los Emmy, la sensación a la mañana siguiente es la de haber perdido el tiempo. Este año tal vez más que nunca, porque fue una de las entregas de premios más soporíferas que me he echado a la cara y porque muchos de los premios me cabrearon bastante, así que paso directamente a comentar ciertas cosas:

- Como dije en Twitter, a mí Modern Family me gusta demasiado como para cabrearme porque la colmen de premios. Pocas comedias, sólo Parks and Recreation, me hacen reír tantísimo. Lena Dunham se merecía un premio, ya fuese por actriz, guionista o directora, que no llegó, pero puestos a ignorar su serie la famosa comedia de ABC era la mejor opción. También revalidó el premio Julie Bowen, que era de lejos la mejor de su categoría, y Eric Stonestreet volvió a subirse el escenario después de que el año pasado el premio fuera para Ty Burrell. La verdad, prefería a Ed O'Neill o a Max Greenfield, o que repitiera Ty, que es objetivamente el mejor.

- Los premios a actor y actriz principal de comedia son tanto o más decepcionantes que los del pasado año. En vez de insistir con Jim Parsons, este año Jon Cryer ha dado la campanada, para disgusto de muchos. También Julia Louis-Dreyfus se ha impuesto a Amy Poehler (que obviamente es la ganadora moral y que demostró una vez más lo grande que es con el gag del discurso), a Lena Dunham y a una Zooey Deschanel de moda. No vi lo suficiente de Veep como para estar disconforme, y la verdad es que ella es graciosa, lo que no quita que prefiera otras por encima. Pero al menos no es Melissa McCarthy.

- Merecidísimo el premio a Damian Lewis, que en Homeland está soberbio. No tengo más que comentar sobre él porque ya dije el otro día que era mi favorito y por qué. Además, Bryan Cranston ya tiene muchos. Claire Danes y su boli verde también me gustan y de hecho creo que hace una interpretación genial, pero me molesta un poco eso de que los Emmy siempre tengan que ir para el personaje más borderline y extremo como si una interpretación basada en los matices y prolongada a lo largo de los episodios (como la de Julianna Margulies o la de Michelle Dockery) no fuese tan meritoria como ésta o más aún. Homeland era uno de los dramas nominados que más me gustaban, así que bien por su premio.

- Sin ánimo de menospreciar el trabajo de Aaron Paul (me parece mejor que el de Cranston), el Emmy a mejor actor secundario yo se lo habría dado a Jared Harris, y mientras que Maggie Smith en Downton Abbey merece aplausos, su papel está basado en one liners. No me molesta que gane, pero en esta categoría Christine Baranski o Archie Panjabi tendrían que haberse llevado el gato al agua. The Good Wife se ha ido de vacío, lo cual me parece muy mal (aunque era de esperar) y Michelle Dockery también.

En fin, la buena noticia es que los Emmys han acabado y por tanto no vais a volver a leer nada de ellos en este blog hasta el verano que viene. Pero no cantéis victoria, que en nada llegan los Globos de Oro y los Oscars, y uno no deja pasar la oportunidad de cabrearse o celebrar por cosas tan banales.

P.D.: Hablo últimamente muy poco de cine aquí, es verdad. En parte porque apenas tengo tiempo de hablar de algo que no sean los estrenos de septiembre, pero también por dejadez. El caso es que ahora escribo en la revista cultural C'Mon! Murcia (haciendo el repaso semanal a la cartelera y en breve también haciendo recomendaciones cinéfilas), así que podéis leerme ahí. Además, no dejo de comentar ninguna película que veo, aunque sea brevemente, en la pestaña Reviews Cortas que podéis ver bajo el encabezado del blog.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

El arquetipo del éxito


Dentro de la televisión americana, Revolution viene a cumplir una función que de un tiempo a esta parte parece necesaria: es el drama serializado del año. Flashforward, The Event o Terra Nova, cada cual más patética que la anterior, fueron las apuestas más ambiciosas de sus cadenas en el año en que se concibieron. Todas se estrenaron con unas audiencias estratosféricas y todas acabaron siendo canceladas al final de la temporada. Aparecieron a raíz de un público que se encontraba huérfano de un drama coral serializado cuando acabó Perdidos, sin ser ninguna de ella conscientes de que no podrían imitar al fenómeno de ABC mientras no contasen con unos personajes medianamente interesantes que sobrevivieran al concepto.

Y, bueno, en realidad el primer episodio de Revolution no está tan mal. Tiene un piloto más potente, en mi opinión, que los de The Event y Terra Nova, y plantea un misterio que me genera curiosidad. La ambientación está bien conseguida (aunque, como comentan en Central Perk Podcast, no entiendo por qué narices no cortan las plantas que crecen por cualquier rincón), pero el bajo presupuesto se nota (seguramente Terra Nova seguiría entre nosotros si no se hubiesen gastado tal burrada de dinero en producirla, que sus audiencias no eran tan malas). Eso por no mencionar a los personajes tópicos, carentes de interés y carisma, y la sensación de que esto ya lo hemos visto una y otra vez y pretenden volver a estafarnos. Las reminiscencias a Los Juegos del Hambre y la vergonzosa pelea de espadas no ayudan, aunque le daré un par de episodios de margen, que tengo la esperanza de que profundice en la personalidad de algunos secundarios y el misterio se desarrolle medianamente bien. Los adolescentes protagonistas, eso sí, son odiosos a la par que malos actores.

Y a cumplir una función necesaria (ser el procedimental del año en la CBS) viene también Elementary, el enésimo producto basado en las novelas de Arthur Conan Doyle, que nos presenta a un Sherlock Holmes ex drogadicto que vive en Nueva York. Lucy Liu interpreta a Joan Watson, una cirujana retirada que se dedicará a evitar que éste recaiga, le acompañará las 24 horas del día y, de paso, le ayudará (o tratará de seguirle) en la resolución de sus casos. Y de momento como procedimental me llama la atención porque la relación entre los protagonistas y sus interacciones es interesante. Sí es cierto que Liu está muy contenida y Jonny Lee Miller bastante exagerado, pero confío en que con el tiempo acaben de cogerle el punto a sus personajes.

Los problemas de la serie, en mi opinión, pueden ser culpa más bien de los casos que éstos tienen que resolver. El asesinato del piloto no es demasiado interesante y tiene una resolución bastante inverosímil, y aunque este aspecto también puede mejorar, es raro que en una serie de este tipo no arranque con un caso más potente, por lo que puede que esto sea lo mejor que puede salir de la cabeza de los creadores. De todas formas, me apetece bastante seguir con ella y ver lo que puede dar de sí, que últimamente ando corto de procedimentales.

Revolution ha sido el mejor estreno de una serie en cinco años y probablemente Elementary triunfe también cuando se estrene. A falta de comprobar cómo se mantienen, está claro que las dos ficciones nacieron con la clara idea de triunfar, pero pueden ser la prueba viviente de que una serie (al contrario que algunas películas) no puede vivir sólo de una idea.

martes, 18 de septiembre de 2012

El re-re-regreso y el panfleto

La NBC siempre se ha caracterizado por emitir las comedias más inteligentes, originales y aclamadas de la televisión americana en abierto. Friends, Frasier, Seinfield, Community, Parks and Recreation, 30 Rock y The Office son solo algunos ejemplos de ello. Sin embargo, hace ya más de un lustro que la cadena navega a la deriva y no consigue que sus series y programas llamen la atención de la audiencia. Por eso, el canal ha apostado este año (y ya lo hizo el pasado con Whitney y Up All Night) por un montón de comedias más asequibles para ver si así logra atraer al gran público. Entre ellas encontramos Animal Practice, una serie protagonizada por un veterinario y un mono que ni me voy a molestar en ver, y Go On y The New Normal, que ya han emitido sus dos primeros episodios.

Go On supone el tercer intento de Matthew Perry (Friends) de encontrar un hueco en la televisión después de trabajar en Studio 60 y Mr. Sunshine y que ambas fracasaran. La serie cuenta la vida de un locutor de radio que pierde a su mujer y debe asistir a terapia de grupo para poder volver a su trabajo. En la serie, Perry está tan histriónico como acostumbra, y vuelve a hacer gala del sinfín de muecas y extraños gestos faciales característicos de Chandler Bing, demostrando una vez más que como actor es bastante limitado.

Lo curioso de la serie es, de hecho, que Matthew Perry es su principal reclamo mientras que el personaje que interpreta es probablemente el más cargante. Ryan, que así se llama, se niega a reflexionar sobre sus sentimientos o a aceptar su dolor, mientras se dedica a mirar por encima del hombro al resto de miembros del grupo (a cada cual peor de la cabeza) y a tratar de solucionar sus problemas por la vía fácil. No es que sea odioso, pero el hecho de que aparezca en todas y cada una de las escenas de la serie no ayuda a que sea fácil de digerir. Aun así, tiene buena química con la consejera del grupo, interpretada por Laura Benanti, y todavía están a tiempo de perfilar su personaje.

Creo que a Go On le beneficiaría mucho convertirse en algo más coral, y seguramente es lo que acaben haciendo con ella, así que tengo bastantes esperanzas, sobre todo porque a casi todas las comedias grandes de la NBC les costó unos episodios formarse completamente. Al menos los dos capítulos emitidos hasta la fecha han tenido situaciones divertidas (la competición por ver quién es el más desgraciado, la inmensa colección de gatos), que ya es más de lo que se puede decir de la siguiente comedia.

The New Normal, por su lado, cuenta el intento de una pareja homosexual de convertirse en padres utilizando una madre de alquiler. Pretende ser ácida a la par que entrañable, y a priori podría parecer el estreno menos simple de los que propone la NBC. El problema de esto es que su creador -junto a Allison Adler- es Ryan Murphy (últimamente no paro de hablar de él, y eso que aún no se ha estrenado American Horror Story: Asylum), que utiliza la premisa como un panfleto en defensa de los derechos de los homosexuales. Y es que Murphy no parece darse cuenta de que la labor social que cree estar desempeñando no es necesaria. No porque no quede gente intolerante en el mundo (que aún queda mucha y por eso la serie no se va a poder ver en Utah), pero por ejemplo Modern Family ya cuenta con una pareja gay criando a una hija entre sus protagonistas. Y la serie, al presentarlo como algo completamente normal y que todo el mundo acepta, seguro que está haciendo más por la integración que cualquier alegato del creador de Glee.

La serie parece que va a tratar de crear una especie de núcleo familiar entre la pareja protagonista, la madre de alquiler y la hija de ésta (además del que viene en camino), con suegra homófoba y racista incluida (Ellen Barkin). De momento, los dos primeros episodios han servido para presentar la trama y los personajes, pero no han tenido momentos cómicos especialmente destacables, si obviamos el cameo de Gwyneth Paltrow y la referencia a The Good Wife. Le daré cierto margen, pero la experiencia ya nos ha demostrado que los productos de este señor tienen una fecha de caducidad muy temprana, y mientras que otras de sus series “brillaron” desde el piloto, ésta parece que no termina de arrancar.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Los coristas del mal

Hace tiempo que Glee, la comedia adolescente de Ryan Murphy (Nip/Tuck, American Horror Story, Popular), perdió el toque que hizo que durante su primera temporada la crítica y el público se rindiesen a sus pies. Si empezó versionando a Queen y a Journey, últimamente abundaban más los temas de Selena Gomez o The Wanted. Además, pasaron de parodiar los tópicos del género teen a simplemente utilizarlos, por lo que su calidad es difícilmente reivindicable. Otra cosa es que la ficción siguiese siendo más o menos entretenida, que estuviera por ahí Dianna Agron (cuyo personaje ha sido maltratado, vapuleado y ridiculizado por los guionistas de todas las maneras posibles) y que Gwyneth Paltrow hiciese cameos durante la segunda temporada. Sea como sea, la serie se ha plantado en la cuarta temporada y aquí sigo yo para verlo. Y, la verdad, no ha empezado nada mal.

Vale, sí, sigue teniendo sus cosas: quiero asesinar cruelmente a Unique y sus dejes de negra chunga, y entre los temas que interpretaron se encuentra el odioso Call Me Maybe con el que la radio nos ha martilleado todo el verano o un cruce entre Americano y el vergonzoso Dance Again de Pitbull y JLo, pero lo solucionaron al final con una versión de Imagine Dragons y Chasing Pavements (la voz de Marley, la chica nueva, es buenísima, por cierto). 

Sea como sea, y dejando a un lado las canciones, el episodio de regreso es bastante potable. Quizá no para tirar cohetes, pero no ha sido el caos que me esperaba. Me explico: al final de la temporada pasada, los personajes se desperdigaron por la geografía estadounidense tras acabar el instituto, pero Ryan Murphy decidió mantener a todo el reparto original en la serie, así que es de esperar que nos vayan mostrando cómo transcurre la vida de los personajes antigüos intercalándolo con la rutina de Ohio. Y este esquema podía resultar desastroso y la serie corría el riesgo de convertirse en un batiburrillo de historias absolutamente inconexas, pero de momento han conseguido que las vidas de Rachel y Kurt sigan vinculadas al McKinley de manera bastante orgánica.

Los personajes nuevos, por otro lado, son suficientemente interesantes por el momento. Bueno, en realidad es Marley la única que me interesa, porque el hermano de Puck es a todas luces una nueva versión de éste y la animadora viene a ser, como la define Sue, una joven Quinn sin embarazos, trastornos de personalidad ni sillas de ruedas. Puede convertirse en una versión mejorada si no se les va la cabeza a la hora de desarrollarla, pero la actriz no tiene ni la mitad de carisma que Agron. Marley, en cambio, es algo diferente del personaje que viene a sustituir (Rachel), y eso le suma puntos. Además, la trama de su madre en el episodio ha sido muy emotiva.

En resumen, que de momento no voy a dejar Glee porque no ha sido vergonzosa, porque la parte de la trama que transcurre en Nueva York puede ser interesante y porque puede que se marquen una temporada más decente que las dos anteriores. El punto de partida es bueno, así que esperemos que no se pierdan y dejen de ser un procedimental sentimental, pero es difícil confiar en ese genio malvado que es su creador.

martes, 11 de septiembre de 2012

La khaleesi de España


Hacer una serie de televisión sobre un personaje tan significativo en la historia española como Isabel de Castilla es sin duda un proyecto ambicioso que en nuestro país sólo tenía cabida en TVE. En los últimos años, Canal+ ha hecho sus pinitos en la producción propia con ficciones más arriesgadas de lo que acostumbramos a ver en las cadenas generalistas (Crematorio, ¿Qué fue de Jorge Sanz?), pero no creo que pueda permitirse económicamente una serie de televisión de tal envergadura. Lamentablemente, y a pesar de que como muchas veces se ha dicho la historia de nuestro país es amplia y da para contar muchas historias (sobre todo de intrigas palaciegas, como la que nos ocupa), Isabel ha nacido muerta, y muy bien tiene que ir en audiencias (de momento el estreno ha sido excelente) para que una TVE marcada por los recortes y el déficit pueda permitirse renovarla por una segunda temporada.

Sea como sea, de momento tenemos trece episodios por delante que prometen bastante, por varias razones. Desde luego, ya se han hecho series en nuestro país con mejor producción (Imperium, sin ir más lejos, que fracasó la semana pasada en su estreno), pero los decorados de cartón-piedra de Isabel dan el pego bastante bien y la ambientación está muy conseguida, así que podemos aprobar el esfuerzo de producción. Entre el reparto, en cambio, hay de todo: Michelle Jenner consigue dotar de una fuerte personalidad a su personaje, a pesar de lo poco que muchos esperaban de ella; Ginés García Millán se mete muy bien en la piel de Juan Pacheco y Pablo Derqui encarna bastante bien las inseguridades de Enrique IV. Por otro lado, los demás actores tienden más bien a recitar sus líneas de diálogo, tratando de dar solemnidad a cada sentencia, que a actuar de verdad, y Victor Elías está vergonzosamente encasillado en su papel de Los Serrano.

Argumentalmente, la serie no tiene mucho que envidiar a otras ficciones de este corte. En el primer episodio los acontecimientos se suceden a gran velocidad, presentándonos a los personajes y los terrenos en los que se moverá esta primera temporada: acabará con la coronación de Isabel como reina y mientras tanto veremos la conspiración a la sombra contra su hermanastro el rey Enrique IV. Es de agradecer que los guiones, como comentaba Javier Olivares (director argumental de la serie) en GuionistasVLC, se esfuercen en buscar la personalidad y las emociones de los personajes a raíz de los hechos. Sí, en teoría esto es inventar, ya que no sabemos realmente qué pensaban o sentían los personajes históricos en cada momento, pero también una forma de hacer más cercana la historia al espectador. Y al menos con Isabel, Enrique IV y Juana de Portugal lo consiguen, pues son personajes bastante verosímiles.

Será interesante ver el proceso de maduración de Isabel y cómo su personalidad va adquiriendo cada vez más matices. Además, la tortuosa historia de esta mujer promete que el ritmo de las tramas no decaerá y algunas de las cosas que comenta Olivares en su entrada tienen buena pinta. Isabel no es ninguna maravilla: ciertas cosas como el uso de la música o lo ya comentado (interpretaciones, producción) chirrían bastante, pero los guiones están bien escritos y ser entretenida lo es un rato, al menos en mi opinión. Si durara un poco menos se agradecería, pero esos 70 minutos no se hacen pesados, así que de momento me la quedo. “¡Somos hijos de reyes y mi hermano no va a limpiar nada!

lunes, 10 de septiembre de 2012

El otoño no está tan mal

Llega el otoño, empieza a hacer frío (lo cual es bien), toca volver al trabajo o a las clases (lo cual ya no mola tanto) y el cambio de tiempo puede dejarnos hechos polvo física y psicológicamente. Pero no hay de qué preocuparse, al menos si eres seriéfilo, porque la llegada del otoño significa también el regreso de muchas de las series que nos han dejado todo el verano con síndrome de abstinencia. En mi caso, los regresos que me tienen en ascuas son los siguientes (y sobra decir que hay spoilers de cada serie en su respectivo párrafo).

HOMELAND: La serie que le va a conseguir a Claire Danes un Emmy regresa el 30 de septiembre después de un final de infarto tras el que no nos queda claro cómo se volverán a cruzar las vidas de Carrie y Brody. Lo que está claro es que la serie es de ellos dos y de nadie más. Ellos son el centro y el brutalísimo trailer de la nueva temporada lo deja claro a ritmo del Every Breath You Take de Scala & Kolacny Brothers que tan bien le funcionó a la primera temporada de Downton Abbey. Con esa música, tremendamente apropiada para la situación de los dos protagonistas, que “se vigilan”, nada podía salir mal: el tráiler nos muestra a Brody avanzando en su carrera política y a una Carrie que sigue pasándolo mal debido a su enfermedad. ¿Está Brody del lado de Abu Nazir o es un farol? ¿Recordará Carrie que Brody conocía al hijo de Nazir? No queda nada para descubrirlo.

ONCE UPON A TIME: La revelación de las networks la temporada pasada se despidió con un episodio final que también prometía un cambió en el desarrollo de la historia. Con la llegada de la magia a Storybrook y la ruptura de la maldición, la dinámica y las relaciones entre los habitantes puede cambiar considerablemente. Si además me entero de que el Capitán Garfio, uno de los mejores villanos de la historia de Disney in my opinion, va a llegar al pueblo (y todo apunta a que va a chocar con Mr. Gold), las ganas aumentan más aún.

THE GOOD WIFE: Alicia Florrick no tiene claro qué hacer con su vida, o eso nos dieron a entender en el final de la tercera temporada. De todas formas, la “estabilidad” con la que nos dejó Alicia en mayo contrasta con el cliffhanger que protagonizó Kalinda esperando a su ex marido. Cuesta imaginarse cómo debe ser éste para que Kalinda Sharma le tenga miedo, pero está detrás de la puerta y la amenaza es inminente. Además, el tráiler nos promete que ésta y Cary van a volver a las andadas, y eso significa que es la serie que más ganas tengo de que vuelva. Porque seguirá siendo indiscutiblemente la mejor en mi ranking personal.

FRINGE: La cuarta temporada de Fringe no fue la mejor (de hecho, hasta la primera me gustó más), pero tampoco es para echársela de comer a los cerdos. A pesar de las trampas de los guionistas y el caos con el que desarrollaron algunas cosas, la serie me siguió gustando el año pasado porque no dejó de ser entretenida y de plantear temas humanos muy interesantes a raíz de sus tramas. El problema es que, por la forma en que acabó, con el futuro distópico de los observadores como único cliffhanger, me da la sensación (y creo que no soy el único) de que esta quinta temporada incluso sobra. Eso no significa que no vaya a disfrutar con lo que me den, que lo haré, pero no sé si me convencerá esta trama futurista. Esta no es mi Fringe de siempre, y el hombre es un animal de costumbres.

COMMUNITY: Mientras que creemos que Parks and Recreation, Modern Family y demás comedias volverán esta temporada al mismo buen nivel de siempre, lo de Community sigue siendo un misterio puesto que no sabemos cómo la llevarán los nuevos showrunners. Yo era de los que dudaba, pero visto lo visto (prometen una convención del Inspector Spacetime y un homenaje/parodia a Los Juegos del Hambre), puede que sigamos teniendo la misma comedia friki de los últimos años. Ojalá que así sea.

DOWNTON ABBEY: Los Grantham vuelven con más drama en su nueva temporada. Lo último que vimos de la serie fue el entrañable y edulcorado especial de navidad, que de tan cerrado que era quitaba un poco las ganas de más. Pero para eso están los trailers, para ponernos los dientes largos, y el de Downton promete que el compromiso de Mary y Matthew no va a ser un camino de rosas, que los Grantham van a atravesar problemas económicos (con lo que eso supondrá para la condesa viuda), que Anna y Bates van a seguir separados por las rejas de la cárcel y que los enfrentamientos entre Maggie Smith y Shirley McLaine van a estar a la orden del día. Se avecina drama del intenso.

DEXTER: No he acabado aún de ver la sexta temporada, que me está pareciendo nefasta (se han olvidado de la evolución anterior del personaje, está siendo aburrida y Debra es de lo poco salvable). Pero ya he leído cómo acaba, es decir, con el momento que todos estábamos esperando desde que empezó la serie. Nada más que por eso, la séptima temporada se presenta muy interesante, y hablamos de un punto de partida que los guionistas no pueden ignorar así como así (o no deberían, que ya los conocemos). Además, ¡sale Yvonne Strahovski de Chuck! Pues eso, que ya hay ganas de domingos seriéfilos y Dexter promete volver a ser tan estimulante como hasta hace poco (a mí la quinta temporada sí me gustó).

Por supuesto, también tengo ganas de que vuelvan Parks and Recreation, Modern Family, New Girl, 2 Broke Girls, Revenge, Cómo conocí a vuestra madre (sí, aún me gusta) y seguiré viendo Glee y The Big Bang Theory. Además, Doctor Who ya ha vuelto y empezaré a ver la temporada el próximo domingo por motivos extra-seriéfilos. ¡Que viva el otoño!

lunes, 3 de septiembre de 2012

Cine de verano


Pixar no es un director. Parece una tontería decirlo porque es obvio, pero el hecho de que la compañía, a lo largo de su ya no tan corta vida, haya lanzado películas de animación una tras otra de calidad más que notable y sin sonoros tropiezos (salvo Cars 2 el año pasado) ha hecho que se valore el trabajo dentro de la organización como se examina la carrera de un director. Y, a pesar de que son muchos los trabajadores que participan en todos los proyectos de la casa, Los Increíbles, Buscando a Nemo, Up y Brave son obras de directores distintos, cada uno responsable en última instancia del resultado final. Porque una cosa es que Pixar, como empresa, exija que sus películas sean bastante más que una fuente ilimitada de ingresos por merchandising y conceda libertad creativa a sus empleados para desarrollar proyectos arriesgados, y otra muy distinta que debamos esperar el mismo riesgo creativo en todos los productos que se gestan bajo sus infraestructuras.

Porque Brave, el estreno de la factoría de este verano, puede ser más clásica que algunas de sus predecesoras, con una historia ya contada y un final bastante previsible, pero es tan equilibradamente emotiva y divertida como cabría esperar. Con ella, Pixar se vuelve a proclamar la reina del humor físico, con escenas simples y absurdas con las que no se puede evitar soltar una carcajada. Además, cuenta con diálogos bastante ágiles y bien escritos, y la relación entre Mérida, la protagonista, y su madre, deja unos cuantos momentos que consiguen conmover al espectador sin caer en largos discursos ni en sensiblería barata (hay una escena especialmente inspirada en la que las protagonistas se hablan sin hablarse). En resumen, que tiene todos los ingredientes para gustar. Por otro lado, el perfeccionismo técnico de la animación cada vez va a más, y en Brave se observa en la magnificencia de los planos irlandeses, el hipnótico pelo de Mérida o la animación de los osos que aparecen en la película. Una delicia visual incontestable.

Y no nos engañemos, las premisas pueden ser más o menos locas (una empresa de monstruos que asustan a niños a domicilio, un anciano que quiere atravesar el mundo haciendo volar su casa con un puñado de globos o una rata que quiere ser cocinera), pero al final todas las historias de Pixar son cuentos sobre la superación personal. Y como este tipo de historias, si están bien hechas, funcionan a la perfección y conectan con el público, las películas de Pixar siempre están entre lo mejor del año. Aunque he de confesar que no tengo fe ciega en ellos, y el anuncio de las nuevas secuelas/precuelas de Monstruos S.A. y Buscando a Nemo me da un poco de miedo. A ver qué les sale.

Que Shakespeare in Love ganase el Oscar a la mejor película (y directamente arrasase) en 1998 acabó haciéndole más mal que bien a John Madden. No solo la película recibió un backlash tremendo, sino que el propio director no ha vuelto a trabajar en ningún proyecto lo suficientemente ambicioso como para acabar de hacerse un nombre. En vez de eso, se ha dedicado a hacer películas más sencillas, como Proof (que a mí me encanta porque Gwyneth Paltrow haciendo de loca desquiciada siempre es un plus) o La Deuda (aquel interesante thriller de espías ambientado en los años sesenta), que no aspiran a más que entretener (o recaudar, según se mire). Su apuesta segura de este año era El exótico Hotel Marigold, una dramedia sobre la tercera edad que cuenta el viaje de jubilación de unos ancianos a un destartalado hotel de la India.

Y la verdad es que el único adjetivo que se me ocurre para describir a la película es “decepcionante”. Y es triste que una película con unas aspiraciones tan limitadas decepcione. El final de las historias es muy previsible, cosa que no importaría demasiado si el desarrollo fuese medianamente divertido, pero tuve que luchar contra el sueño para acabar de verla. De hecho, John Madden le debe muchísimo a Maggie Smith, la lanzadora de one liners por excelencia (últimamente la hemos visto hacerlo en Downton Abbey, en Gosford Park y hasta en el cierre de Harry Potter, en el que su personaje aparece cinco minutos y roba la función). La veterana actriz tiene un personaje carismático y divertido que levanta un poco el nivel medio de la película. Por lo demás, nos encontramos un reparto estelar desaprovechado en un resultado final muy mediocre.