Un elemento clave para poder seguir una
serie, al menos en mi caso, es poder identificarme con los
personajes, y que los guiones me hagan creer que, en una situación
parecida, acabaría actuando de la misma manera. Me pueden parecer
cuestionables algunos comportamientos de Pete Campbell o Skyler
White, pero teniendo en cuenta el contexto en el que se mueven y los
palos recibidos, no puedo evitar pensar que podría llegar a sus
extremos. De todo esto, lo sorprendente es que la audiencia sea capaz
de ponerse de lado de personajes como Heisenberg o Don Draper pero no sea capaz de
hacerlo en el lugar de un adolescente.
Dos series tan diferentes como Awkward
y Homeland
se podría decir que tienen a las dos adolescentes, en teoría, más insoportables de la televisión americana: Jenna Hamilton y Dana
Brody. Ambas son egoístas y rara vez piensan en los demás,
no suelen darse cuenta de que están actuando así y siempre
tienen una buena excusa para reafirmarse en sus acciones; son quejicas, la mayor
parte del metraje de sus respectivas series se lo pasan lloriqueando
y en más de una ocasión lo único que nos apetece es darles una
bofetada y que se callen.
En mi
caso, reconozco que me pasa sobre todo con Jenna. La protagonista de
Awkward nunca ha sido
el personaje más simpático de la serie, y juega un papel muy poco
ventajoso: narra en primera persona y en tono casi melodramático una
de las comedias más ácidas de la televisión. Los personajes
secundarios brillan por encima de ella (Sadie me provoca ella sola
más carcajadas que el resto de comedias del momento), mientras que
su voz en off nos atormenta constantemente con unos dramas que sólo
son interesantes para ella misma.
Y
Jenna Hamilton es un personaje coherente, con una evolución
comprensible y cuyas acciones se pueden justificar casi siempre,
incluso en este tramo de la serie en el que ella está absolutamente
cegada y no tiene reparos en tratar con desprecio a todo el mundo.
Puedo entender por qué ha llegado a ese punto, y nunca diré que es
un mal personaje, pero eso no significa que me sienta cómodo viendo
la serie desde su punto de vista (un punto de vista altivo y a ratos
hipócrita con el que tenemos que empatizar). A veces pienso que
Awkward sería una
serie mucho mejor sin ella, pero si hemos llegado al punto en que
tenemos una gran comedia con unos secundarios tan brillantes es
porque nos está contando su historia. Sin Jenna, la comedia de MTV
podría ser un caos que se fuera de madre a la primera de cambio.
Pero
mientras a Jenna simplemente la comprendo y la tolero, Dana Brody me
parece por su lado uno de los personajes más interesantes de
Homeland. La serie ha
llegado a un punto en el que la presencia de Brody me sobra, pero la
subtrama protagonizada por su familia puede ser lo más positivo que
está dando esta temporada. Sigo
sufriendo con Carrie y Saul como el que más, pero sería de necios
no reconocer que su trama (la principal) tiene elementos muy
patilleros (el cajón de Carrie, ejem). En cambio, ver cómo afecta a
una familia el enterarse de que uno de sus integrantes era un
terrorista me parece algo muy interesante y muy poco manido.
Los
Brody se han convertido en una lacra social y están pagando por los
errores del sargento. Por eso, es perfectamente lógico que Dana
actúe como lo hace después de que su vida entera se desmorone. Es
verosímil que un amor adolescente sea uno de los pocos motivos que
la aferran a la vida, por demencial que sea visto desde fuera, y
también es perfectamente natural que tras sentir que la vida se ha
cebado con ella vengan de la mano otros pensamientos y
comportamientos caprichosos propios de la edad. Y, mientras que
entiendo que a mucha gente esta trama le aburra (no es en absoluto mi
caso), no me parece un defecto de Homeland
ni algo que la serie esté llevando mal.