miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los últimos pasos de Dexter Morgan

Spoilers hasta el 7x10 de Dexter.

A los guionistas de Dexter ya los tenemos calados, por desgracia. Después de siete temporadas sigueindo un patrón casi idéntico, podemos anticipar ciertos giros de la trama, y por supuesto sabemos al arrancar cada una de las temporadas que los inútiles que trabajan en el departamento de policía de Miami no sólo no van a atrapar a Dexter (compañero de trabajo, hermano y amigo), sino que tampoco al asesino en serie de turno, porque si no está ya descuartizado en una bolsa de basura en el fondo del mar, lo estará en breve. Dexter Morgan no perdona, y si al principio se justificaba asegurando que sólo mataba a aquellos que conseguían sortear un sistema judicial lleno de vacíos legales, ahora no tiene problemas en ocultar pruebas e investigar por su cuenta para satisfacer su sed de sangre.

Si la sexta temporada de Dexter fue tan mala no fue solo porque era aburridísima y el asesino del Fin del Mundo carecía de carisma (que también), ni por los repentinos sentimientos de Debra (que como espectador incluso me ofendieron). Fue vergonzosa porque se olvidaron de seguir adelante con la evolución del protagonista, que si al principio se creía un psicópata y justificaba las muertes con su Oscuro Pasajero, poco a poco ha ido dándose cuenta de que es un ser humano con emociones y sentimientos. En la sexta temporada pasaron de todo esto (tal vez porque en la quinta habían humanizado tanto al personaje que tenían miedo de seguir adelante) y se adentraron en reflexiones religiosas que no acabaron de llegar a ninguna parte.

Y ahora, en su penúltimo año, parece que la serie ha resurgido de sus cenizas, porque gracias a la entrada en escena de Hannah McKay y al enfrentamiento de Dexter con su hermana, él ha seguido evolucionando en la dirección correcta. Yvonne Strahovski intepreta un personaje sorprendentemente bien escrito (también era buena Lumen, demostrándonos que no es que los guionistas no tengan talento para dibujar secundarios, sino que los compañeros de trabajo de Dexter no tienen arreglo), y consigue con su interpretación transmitir sensualidad, peligro y fragilidad. Gracias a Hannah, Dexter acepta sus sentimientos abiertamente, sin dudas y sin voces en off que le den mil vueltas a lo mismo (con Rita, Lumen y Debra nunca fue tan claro), y no hay síntoma más evidente de que nos acercamos al final.

Bueno, sí, que los guionistas por fin abandonaron la cobardía e hicieron que Debra se enterara de la naturaleza de su hermano. La relación entre ellos dos ha atravesado esta temporada diversas fases muy rápido y sin perder la verosimilitud (desprecio, respeto, aceptación y de nuevo desprecio), y la teniente Morgan se está perfilando como la auténtica némesis emocional del protagonista. La presión a la que la han sometido los guionistas últimamente es probablemente lo más interesante de la serie llegados a este punto (Jennifer Carpenter explota su talento como nunca y se pone a la altura de Michael C. Hall). Dexter finalmente ha salido airoso de la situación y su hermana se ha convertido en cómplice, pero ella es la viva imagen de la frustración entre celos, luchas internas y LaGuerta acechando.

Que esa es otra: LaGuerta, que siempre ha estado ahí para que la podamos odiar a gusto, este año está a punto de descubir el pastel, y eso sólo puede significar dos cosas: que al final de la temporada estará dando de comer a los peces o que los guionistas van a decidir ir a por todas y la última temporada va a ser completamente diferente a lo que nos tienen acostumbrados. Yo, después de aquel patético final de la quinta temporada ya me espero cualquier cosa, y por eso prefiero escribir sobre Dexter ahora que me está pareciendo lo mejor del otoño que no dentro de dos semanas, cuando puede que me decepcionen. Sea como sea, tienen las herramientas para despedirse por todo lo alto.

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